Yo diría que esta va a ser una semana clave para que averigüemos si el Parlamento sirve efectivamente de algo o si es una mera traslación de las decisiones del Ejecutivo y de los partidos. ¿Cuáles son en realidad las funciones/obligaciones del diputado, del senador? Los próximos dos días van a ser muy reveladores en este sentido: ha llegado el momento de que el Legislativo muestre hasta dónde puede llegar su protagonismo frente a los otros poderes. En las Cortes, que representan la voluntad nacional, han de darse iniciativas que hasta ahora permanecen casi inéditas.
Nos aguardan al menos dos días de alta tensión parlamentaria: este miércoles, Pedro Sánchez vuelve al Congreso. Para explicar la última 'cumbre' europea, antes de someterse a una sesión de control también probablemente muy volcada en las grandes preguntas que todos tenemos en mente sobre las 'contraprestaciones políticas' necesarias para la llegada de fondos europeos. Pero claro, estas sesiones de control se agotan en la mera batalla verbal, sin mayores aportaciones más allá de la capacidad del Gobierno de turno, especialmente de su presidente, para escapar de interrogatorios comprometidos.
Pero no podrán escapar, ni el presidente ni el líder de la oposición, de lo que ocurra el jueves, cuando se sometan a deliberación y aprobación, por el pleno de la Cámara Baja, las candidaturas para designar al defensor del pueblo (Angel Gabilondo saldrá sin problemas), a seis nuevos consejeros del Tribunal de Cuentas (lo mismo) y... cuatro para renovar en parte el Tribunal Constitucional. Y aquí es donde vamos a comprobar la autonomía real de actuación de un Parlamento que me parece excesivamente sometido, especialmente en estos tiempos que corren, a los dictámenes gubernamentales.
Porque consta el malestar de no pocos diputados, del PSOE y también del PP (el de los restantes grupos es evidente y será muy perceptible este jueves), ante el pacto entre los dos partidos mayoritarios para designar a los cuatro nuevos magistrados del Constitucional, excesivamente ligados a los dos partidos todos ellos (unos al PP y otros a la coalición PSOE-UP, claro está). Un pacto opaco, casi clandestino, que trata de mantener el control partidista nada menos que sobre el Tribunal Constitucional, que se ha convertido en el 'cuarto poder' del Estado.
Pero ocurre que especialmente uno de los cuatro nombres propuestos, el del catedrático y jurista Enrique Arnaldo, se ha demostrado como escasamente idóneo, por sus vinculaciones incluso económicas con el PP, para desempeñar el puesto en tan alta magistratura. Ya en la comisión de nombramientos, que sin embargo aprobó su candidatura (con votos solamente del PSOE, PP y... ¡Podemos!) se registraron severas críticas a su figura, y entre los críticos destacó el socialista, ex alcalde de San Sebastián y apoyo de Pedro Sánchez en los peores momentos, Odón Elorza. Quien, por cierto, y aunque le tocaría, no será previsiblemente quien intervenga el jueves ante el Pleno para defender el 'pacto del Constitucional', no vaya a ser que se exceda en sus ataques...
Obviamente, cualquiera que lo haya intentado habrá escuchado las quejas de los diputados socialistas (y también del PP) que se ven obligados a votar estos cuatro nombres, especialmente el de Arnaldo, en virtud del pacto subterráneo alcanzado por las direcciones de PSOE y de los 'populares'. Quejas en privado, con sordina, matizadas porque 'no quedaba más remedio que renovar el Tribunal por mandato constitucional'. Un pretexto desde luego demasiado leve ante lo mal ejecutado del pacto bipartidista.
Ahora, se trata de saber si ese malestar se plasmará en la votación -secreta-- que registrará la Cámara para ratificar los once nombramientos. ¿Sufrirá el señor Arnaldo, cuya inocencia por supuesto se presume pero protagonista al fin del escándalo suscitado ante tanta información en su contra, una votación de castigo al margen de lo que pidan las direcciones? ¿O primará la disciplina parlamentaria de los diputados 'culiparlantes' y votarán todos lo que les indiquen sus 'cúpulas'? Las 'bases' tienen la palabra.
Sí, me atrevo a pedir a Sus señorías que se rebelen ante lo que es una conculcación de los principios éticos, estéticos -y quizá hasta legales_que han de regir la composición de nuestras instituciones y los acuerdos políticos entre los partidos. No toda la actuación del Legislativo se puede fundar en el acatamiento de lo que decidan los responsables de los grupos, conectados con la dirección de los partidos.
Y la decisión, en lo referente a los nombres para renovar el TC, es, sin duda, un error que lesiona la pureza de nuestra democracia. Si el Reglamento de la Cámara dice que la votación será secreta es, se supone, porque quiere preservar la libertad de conciencia de Sus Señorías. Yo quiero que mis parlamentarios me representen, no que representen la conveniencia partidista, tantas veces alejada de la realidad y hasta del sentido común. ¿Habrá rebelión de las bases parlamentarias este jueves? No, sinceramente yo tampoco lo creo. Pero mi obligación como cronista es, al menos, preguntármelo.
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