Nuestro artículo de hoy hace referencia a una estudiante de 1º de Bachillerato que a sus 17 años muestra ya un alto grado de sensibilidad y compromiso con la realidad que le rodea. Su pasión por la historia con espíritu crítico y constructivo le hace profundizar para plantearse cuestiones propias de una investigadora. En este sentido, Natalia está profundamente preocupada por la dicotomía entre libertad-democracia y autocracia-dictadura que envuelven el mundo actual.
Como profesor suyo siento orgullo por mi brillante y vocacional alumna que, en estos días, está analizando el drama de Ucrania yendo más allá para adentrarse en otras guerras y grandes conflictos que la humanidad tiene planteados en distintas áreas geográficas y que, sin embargo, no parecen preocupar a nadie. Todos fuimos testigos de lo ocurrido el pasado 24 de Febrero de 2022, parecía que los complejos imperialistas de antaño habían desaparecido pero nos equivocábamos. Esta barbaridad ha ocasionado un gran número de víctimas y pérdidas materiales e inmateriales. Da miedo empezar a contar la cantidad de crímenes cumplidos y leyes violadas que han tenido lugar bajo el nombre de esta contienda.
Natalia me cuenta su contacto con Darina, una joven refugiada como consecuencia de una guerra que amenazaba directamente su vida. Ha querido contarle su historia a través de Instagram. Esta chica ucraniana quedó impresionada cuando comenzó la guerra. En ese momento, el tiempo se detuvo, no solo para Darina sino también para millones de ucranianos. Su padre, un pastor ortodoxo, no estaba dispuesto a que sus hijas vivieran en un “mundo ruso” por lo que tomó la decisión de que sus hijas se fueran, no obstante no se fueron solas, su madre y algunos amigos las acompañaban. Tan solo dos horas después de empezar su camino, su ciudad fue bombardeada. Consiguieron llegar a Rumanía, donde tienen alojamiento y comida, pero sabe que pronto tendrá que irse de allí. Darina es una estudiante universitaria que continúa las clases online y está muy preocupada por su padre, un hombre con tan buen corazón que, con los recursos que tiene, ayuda a supervivientes del conflicto a llegar a la frontera a pesar de los obstáculos que existen en el camino.
La cruda realidad de lo que es una guerra no se consigue transmitir ni en el cine ni en los relatos. Hay que vivirlo. Ahora únicamente podemos esperar a que este acontecimiento no termine como uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia ya que debemos evolucionar y no retroceder. Gracias Natalia por tu compromiso con la justicia y por tu pasión por la vida.
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