Vaya mi agradecimiento a La Voz, que siempre me trató con agrado, acogiendo y difundiendo nuestras informaciones con eficacia. Viejos y nuevos conocidos que me honran con su confianza y afecto desde comienzos de los 80.
Aunque los premios y reconocimientos lleven nombres y apellidos, lo recojo en memoria de los numerosos esforzados velezanos de antes y de ahora sin cuyo concurso la labor cultural de décadas no hubiera adquirido el mérito suficiente como para que La Voz tenga ahora la gentileza de reconocer la cosecha de nuestra tierra y sus gentes.
Fuerza reconocer que los Vélez no siempre se han sentido cómodos o satisfechos en la provincia de Almería creada de forma definitiva en 1833. De hecho, optaron por la capitalidad en Baza y una salida al mar por Águilas. Por diferentes circunstancias históricas y de proximidad, siempre mostraron su opción y aprecio por las tierras murcianas. La distancia y malas comunicaciones y la escasa atracción de la nueva capital mantuvieron alejados, disconformes, incluso molestos a los vecinos que acudían de mala gana a la capital esporádicamente solo para las engorrosas y rutinarias gestiones administrativas, o la estancia en el Seminario y la Escuela de Formación, ya durante el Franquismo.
Afortunadamente, desde finales de la década de los 70, y más resueltamente a partir de los 80, con la implantación del régimen democrático, la mejora de las comunicaciones, la existencia de servicios educativos (Universidad), sanitarios (Hospital), de ocio, y esencialmente, por el fuerte tirón del empleo de la agricultura del Poniente y el Levante, la mirada de futuro velezana hoy ya está puesta en el litoral y en la capital.
En todo este proceso de articulación de tierras y sentimientos han tenido mucho que ver los medios de comunicación. Concretamente, La Voz ha posibilitado que se reconozcan los anhelos y preocupaciones velezanas, pero, a la vez, ha acercado a los ciudadanos divulgando las informaciones y aspiraciones de los del Norte en el Sur, los de Levante en Poniente y viceversa, coadyuvando a la creación de un sentimiento provincial allí donde solo existía desconocimiento, suspicacia, desconfianza y reticencia.
Bien es verdad que, con el transcurrir del tiempo, los Vélez han pasado de ser considerados como tierra de promisión, abundancia y poderío, a pintar cada vez menos en el concurso provincial en casi todos aspectos: demográfico, político, económico y social. En el ámbito cultural se han invertido grandes recursos en la recuperación del patrimonio público y eclesiástico más monumental, pero falta imaginación, ambición y valentía en la clase política e implicación y responsabilidad en la ciudadanía. Disponemos de un conjunto patrimonial doméstico imposible de gestionar con nuestras propias fuerzas y con unas instalaciones culturales con necesidades apremiantes y, sin embargo, dejamos pasar numerosas oportunidades de desarrollo y mejora.
En fin, no parece que sea el momento más propicio para señalar penurias, urgencias y airear reivindicaciones, quizás lo más adecuado sea aprovechar este amable reconocimiento de La Voz como llamada de atención a quienes se honran en representarnos, y como acicate y compromiso de todos los ciudadanos para abordar una gestión cultural moderna, eficaz y fructífera.
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