Un día eres joven y al siguiente te quejas de las molestias y el ruido de la feria, como si tú fueras el cliente ideal de los ambigús. Lo que te fastidia, hablemos claramente, es no tener veinte años para cantar, bailar, comer, beber y desfogar (en Almería decimos “fogar”) como lo hacías entonces, cuando apurabas las noches hasta el amanecer, pasabas la mañana en la playa y horas después regresabas a la inmensidad de la noche, follow the leader, leader, leader, sígame.
La feria de Almería es como la Navidad, pero en verano por aquello de que la alegría desborda las casetas y porque es un lugar inequívocamente de reencuentro. Y eso que yo no soy muy feriante, salvo por los toros, que este año nos han regalado una tarde para la historia, la del regreso a los ruedos de Emilio de Justo después de su terrible cogida en Las Ventas. De poder haberse quedado tetrapléjico a torear de nuevo en apenas cuatro meses. Impresionante. Como escribí la semana pasada, el misterio acecha detrás de cada festejo y en esta ocasión nos sorprendió cuando toreaban De Justo y Roca Rey frente a las encastadas reses de Núñez del Cuvillo. Salimos toreando de la plaza.
Por cierto, un apunte sobre la fiesta, ahora que tanto se comenta sobre su supuesta apropiación por parte de la derecha española. Esto no es así. Lo que ocurre es que gran parte de la izquierda española ha abdicado de su apoyo al espectáculo por complejos o por conveniencia electoral. Ojalá reflexionen y se decidan a apoyarlos, pues, efectivamente, son patrimonio del pueblo y no de ningún grupo ideológico. Ah, mes amis, tienen que ver a los franceses de Dax clausurando su feria taurina -por cierto con gran presencia de banderas españolas-, y viviendo todos juntos con pasión la música interpretada por una extraordinaria banda de música. Búsquenlo en Youtube, es verdaderamente emocionante.
Otra buena noticia es que la fiesta se va recuperando. El periodista Juan del Val, con quien coincidí en el callejón del coso, me dijo cuando le pregunté sobre el futuro del toreo: “Hace tres años te hubiera dicho que lo veía mal, pero encuentro aspectos muy positivos, como la aparición de nuevos toreros que ilusionan a los aficionados, la llegada de mucha gente joven a las plazas o la menor presencia del movimiento antitaurino en la sociedad”. Estoy de acuerdo con él. Pero también añadiría que mucha gente está yendo a los toros porque se subleva ante la doctrina woke que pretende hostigar, prohibir y cancelar aquello que no coincide con sus creencias. Hay muchas personas hartas de que le digan lo que le tiene que gustar y lo que deben hacer.
En fin, a la vuelta de este fin de semana nos espera el duro invierno, como dice el bueno de Pepe Céspedes. Vayan preparando las rebecas y digan adiós a la playa, que se cierran, como le digo yo a mi hija de cinco años cuando quiere ir y a sus padres no nos cuadra, aunque luego pasemos cerca y proteste: ¡sí que está abierta, papá!, ¿cómo que no está abierta?
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