Rafael Torres
19:25 • 28 mar. 2012
La caverna, que andaba estos días muy ocupada denigrando a Javier Arenas, ha encontrado un hueco para vilipendiar también a los sindicatos, y por extensión, a los trabajadores. A Javier Arenas le acusan de no haber hecho una campaña de "hoolligan" y de ser blandito, que es como la caverna más finamente califica al que es moderado, educado y demócrata. Le acusan, en fin, de no haber sabido construir en la realidad lo que los sondeos habían dibujado, y con un espíritu nada deportivo, que contrasta con el que empleó el propio candidato al anunciar a la militancia la victoria/derrota en las urnas, le llaman de todo menos bonito y le dan por amortizado. A los trabajadores que en uso de su derecho legítimo secundan la Huelga, les retira la patente de españoles, si es que la caverna se la reconoció alguna vez.
Saber perder no es fácil, saber ganar tampoco, pero saber ganar y perder al mismo tiempo debe ser la repera. Arenas lo ha intentado porque no le quedaba otro remedio, porque tenía que gestionar esa victoria/derrota de alguna manera, pero también porque no es un tipo dado al gamberrismo político ni a las demasías tan habituales en el ala extrema de su partido. Lo ha hecho con dignidad y, desde luego, se equivocan los bárbaros que suponen que de haber hecho una campaña más facha y más agresiva habría logrado la mayoría absoluta. A los andaluces, de derecha o de izquierda, no les va ese rollo.
Pero, como digo, si a Arenas le han puesto como chupa de dómine, a los sindicatos les han puesto como no digan dueñas. A la tradicional desacreditación de los mismos por parte de la carcunda, se añade ahora el venablo del antipatriotismo, como si se atentara contra la esencia de España. De cierta España, sí, seguramente, pero si queda algo patriótico es la defensa de los derechos de quienes, con su sudor, sus manos, su sacrificio, su salud, su talento, construyen esa patria cada día e impiden que se vaya al garete.
Saber perder no es fácil, saber ganar tampoco, pero saber ganar y perder al mismo tiempo debe ser la repera. Arenas lo ha intentado porque no le quedaba otro remedio, porque tenía que gestionar esa victoria/derrota de alguna manera, pero también porque no es un tipo dado al gamberrismo político ni a las demasías tan habituales en el ala extrema de su partido. Lo ha hecho con dignidad y, desde luego, se equivocan los bárbaros que suponen que de haber hecho una campaña más facha y más agresiva habría logrado la mayoría absoluta. A los andaluces, de derecha o de izquierda, no les va ese rollo.
Pero, como digo, si a Arenas le han puesto como chupa de dómine, a los sindicatos les han puesto como no digan dueñas. A la tradicional desacreditación de los mismos por parte de la carcunda, se añade ahora el venablo del antipatriotismo, como si se atentara contra la esencia de España. De cierta España, sí, seguramente, pero si queda algo patriótico es la defensa de los derechos de quienes, con su sudor, sus manos, su sacrificio, su salud, su talento, construyen esa patria cada día e impiden que se vaya al garete.
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