Salir en auxilio del vencedor

En estos momentos, mientras usted amablemente lee estas líneas,  los obradores de las confiterías políticas almerienses ultiman las bandejas de acuerdos y pactos municipales que se hornearán esta noche y que mañana ocuparán las vitrinas informativas de la provincia. Alcaldes y alcaldesas tomarán el bastón y los nuevos concejales recibirán sus medallas. Habrá bonitos discursos y crónicas de ambiente. Normalidad institucional y, quizás, alguna sesión plenaria con nubosidad emocional variable. Ya veremos. En todo caso será interesante comparar el mapa municipal almeriense resultante de las inminentes investiduras con el que dio lugar al mandato que ahora se acaba. No hará falta ser daltónico (ni de ninguna otra nacionalidad, como en el chiste) para comprobar que la provincia de Almería está cada vez más azul y menos roja. La precipitada y bastante tramposa convocatoria electoral veraniega de Pedro Sánchez, ese fenómeno, está evitando que se hable del extraordinario calamonazo que se han pegado los socialistas almerienses en las pasadas elecciones municipales, tras las que han quedado relegados a una posición prácticamente testimonial, salvo honrosas excepciones en feudos casi inexpugnables. En un partido razonable, la evidencia del desmorone habría provocado algún tipo de reacción tras la primera evaluación de daños. Quizás un poco de autocrítica, un propósito de enmienda… no sé. Algo. Pero no. Los socialistas almerienses han preferido ponerse en modo de espera panorámica a ver qué pasa en las Generales y comprobar qué pasa al final con Sánchez -el hombre que nos habla con voz de tocino de cielo- si, como marcan casi todas las encuestas, el socialismo tiene que hacer las maletas y marcharse por fin del Gobierno de España. No puedo saber cómo será el futuro, pero sí sé que, pase lo que pase, los socialistas almerienses acudirán prestos en auxilio del vencedor, ya sea Sánchez o una gestora de desafectos. Cuando no se está para servir, se sirve para estar.