Había un viejo profesor de Periodismo, de un pueblo de León llamado Mansilla de las Mulas, que el primer día de clase en Cantarranas solía formular una pregunta a los Hemingways en ciernes que él mismo se respondía: “¿Qué es noticia? Noticia es lo que se habla en la calle, en los bares, en el mercado, en la consulta del dentista”. Uno nunca estuvo de acuerdo con ello de pleno, aunque ese Bernardino Hernando, de feliz recuerdo, pudiese llevar algo de razón. Seguro que es noticia local que en el menú del comedor de la UAL se incorporen las natillas como nuevo postre o que se haya visto a una cabra merodear por la Plaza Marín. Es noticia porque interesa a la gente, porque se comenta mucho en las redes sociales. Pero no es menos cierto que alguien que aterrice en este pequeño mundo mediático nuestro pueda concluir que, entonces, las noticias no las dan los medios, las dan los lectores, que es como ver a los gorriones disparando a las escopetas. Uno entiende humildemente que las pequeñas cosas de una ciudad, de un pueblo, despierten el interés de los lectores. Lo que pasa es que, a veces, en esa jungla de anécdotas de Almería, de las pequeñas cosas de las que nos hablaba Serrat, pasen desapercibidas para los ciudadanos en general cosas graves de verdad, que afectan al trabajo, a la supervivencia de los hogares, a lo que es y ha sido la Almería de siempre.
Me estoy refiriendo al claustro materno de esta Almería nuestra y de otras poblaciones de la provincia como Garrucha, Carboneras y Adra. Se han reunido en Bruselas, donde la sal y las olas están a cientos de kilómetros, y han decidido que los barcos de Almería -y del resto del Mediterráneo- solo pesquen 27 días al año. Han leído bien: ¡al año! Que es tanto como decir: desguace su barco y váyase a recoger esparto al Alquián; o haga la maleta y váyase a una fábrica de Hamburgo, como hizo su padre o su abuelo. Eso será una realidad -si Santa Rita, patrona de los imposibles no lo impide- dentro de un mes. 80 embarcaciones y 400 familias se quedarán varados. Porque no se puede vivir de trabajar un mes al año. Parece de chiste, pero es así: es la propuesta que se debatirá el próximo lunes a instancias del comisario europeo, con nombre de centrocampista griego, Costas Kadis.
Almería no es Guadalajara, no es Badajoz. Almería son olas, salitre, avante toda, babor y estribor, son brótolas y calamares, son estopa y timón, caladero y bahía, Pero quieren eliminar todo eso del viejo mar de Bayyana. Que es tanto como sacarle la sangre de sus venas. Y no parece que haya mucho entusiasmo popular en la ciudad por detener esta tropelía que se avecina, no parece que se hable mucho de ello, por tanto, según el diccionario del bueno de Bernardino, esa sangría de puestos de trabajo no debe ser noticia en esta ciudad. Esta ciudad que se muere de gusto leyendo que han abierto un nuevo bar en el centro, pero que silba y mira para otro lado cuando oye que quieren aniquilar el sector pesquero, el sector que vino primero. Sin el mar, Almería hubiera continuado siendo Pechina
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