El tren del mineral (I)

El tren del mineral (I)

Antonio Felipe Rubio
21:43 • 17 oct. 2012

Todo comenzó en la tertulia “La Luna” de Interalmería TV cuando Juan Megino mostró su preocupación por las intenciones de una compañía extranjera de reanudar las explotaciones mineras de Alquife cargando el hierro por tren hasta el Puerto de Almería. 


Fue Megino quien solicitó la inmediata clarificación del Ayuntamiento sobre esta amenaza; y la exposición no tardó en aparecer, como tampoco tardó en aparecer la posición concernida de algunos medios arguyendo intereses, ya sea de la comarca del yacimiento o del Puerto. 


También aparecieron diversas opiniones. Todo muy previsible. El PSOE: lo que diga la Junta de Andalucía; y, en cualquier caso, “intereses ocultos” del PP. Estas recurrentes declaraciones de “intereses ocultos” debería administrarlas con mayor cautela el secretario provincial socialista, pues su antecesor en el cargo ya evidenció intereses ocultos cuando hizo lo que pudo para evitar la instalación de El Corte Inglés en la Estación de Autobuses y La Salle para, luego, “recomendar” su instalación en terrenos muy próximos a los de empresarios afines.




En cuanto a los “representantes” empresariales, poca sorpresa cabe esperar tras el histrión avanzado por la Cámara de Comercio: “el tren puede cruzar la Avenida de Cabo de Gata de noche y con unas gomas en las ruedas (…) como se hace en las grandes ciudades”.  En cuanto a Asempal, su reciente presidente se despacha con la “consistente” afirmación: “apoyaremos todos los proyectos que cumplan las normas”. 


Hombre, hubiese sido más llamativo que el presidente de la institución cameral apoyara proyectos, incluso incumpliendo las normas. ¡Joder, qué nivel! Y, como éramos pocos, el alcalde de Alquife dice que “desde hace miles de años se ha llevado el mineral por tren al Puerto de Almería, y por qué no se va seguir”. Ahora entiendo la ampulosa definición de la líneas férreas lusitanas; es en honor a su impulsor: Viriato.




Es comprensible el escueto comunicado de la empresa eludiendo valorar los comentarios publicados en los medios; pues no es ya el gasto en abogados, sino en prestigiosos gabinetes psiquiátricos que pudieran deglutir semejantes disparates.


Ahora las críticas políticas se centran en las declaraciones del concejal de Urbanismo, tildadas de apresuradas, alocadas, vehementes… A ver en qué quedamos. Si callan o se muestran melifluos, malo; pero si salen con inequívoca contundencia, peor. Una cosa ha quedado clara, a Venzal todo el mundo lo ha entendido. Quizá ese sea el problema: entender a los políticos resulta inasequible al común de los mortales. 




Al margen del artificio, nada hay de cierto en la inmediata reactivación de las licencias   -caducadas- de explotación de Minas de Alquife. Tampoco está clara la propiedad, como tampoco está claro el “proyecto”. El único proyecto que permanece es el de la reconversión del paraje de Alquife en un parque temático de la minería, campo de golf y residencial de lujo. Así que no me vengan con la demagogia de los más de 1.500 puestos de trabajo en juego. Más de 1.500 genera El Corte Inglés; sin molestos trenes, mugrienta polvareda… y con el general aplauso de los almerienses.


De un día para otro se cambian los argumentos: soterramiento, superficie, cinta transportadora, nuevo Toblerone, Puerto de Almería, Puerto de Carboneras… el subdelegado de Granada llama al de Almería para “ofrecerle” el Puerto de Carboneras y el alcalde del “pueblecico” dice, con ra


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