Es normal que las distancias se abran entre viejos amigos cuando uno está en el poder (Juan Pallarés) y el otro se dedica a meterse con el personal, como es mi caso. Vengo manteniendo desde siempre que más de dos legislaturas o plazos al frente de una organización pública, cualquier organización, no es de recibo, ni bueno para la sociedad civil que les vota. Comprendo que ellos se quieran perpetuar en el poder. Y si es posible morir con el. ¿Quién no? Debe ser muy duro que deje de sonar el teléfono (y encima tener que pagarlo), dejar de tener aduladores alrededor y no recibir invitaciones para eventos y saraos. Cierto que algunos son un latazo. Y que cuando llega la navidad nadie se acuerde de tí con un presente, excepto la familia con su cariño y los amigos de siempre con un saludo. Dejar un cargo, y más si es importante, significa abandonar muchas pequeñas cosas (algunas no tan pequeñas) que hacen la vida más cómoda, más llevadera, más gratificante. Ese es el motivo por el que no les ponen el coto los dirigentes al tiempo en mantener los cargos en dos períodos al frente de partidos y otras organizaciones. ¿Deberían? Se entiende que lo que no hayan hecho en ocho años de mandato, no lo van a hacer en los siguientes. ¿Usted cree que sí? Los ejemplos que hemos vivido en estos años nos dicen más bien lo contrario. Pero lo mismo hay algún dirigente político-sindical extraterrestre capaz de hacerlo. Por ahora no se le conoce. En el caso de Juan Pallarés, reelegido por tercera vez (dicen que última) como secretario general de Comisiones en Almería, me alegro como amigo que me considero de él.
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