El alcalde socialista de Purchena, Juan Miguel Tortosa, se ha negado a suministrar información a la oposición municipal del PP alegando que las concejalas que así lo han requerido van “chismorrear” (sic.) con ella. Pasaremos ahora por alto que tan transparente declaración haya quedado plasmada por escrito o que, en un insólito “comeajos que pican”, haya añadido que el expediente que solicitan las ediles se refiere a hechos cuya culpabilidad estaría ya prescrita. Nos fijaremos mejor en el perfil lírico de un asunto que, si en lugar de Purchena estuviéramos hablando de Windsor, vendría a ser como una recreación de la comedia de las alegres comadres, aunque no parece que el alcalde Tortosa, con sus ásperas salidas de tono, haya podido acreditar la misma jovialidad y el buen humor de Falstaff, el inolvidable personaje shakesperiano. Así que situaremos la escena en el pueblo de las Cinco Farolas de la copla, con un alcalde enfrentado a las murmuraciones en plan Juanita Reina: “Yo no escucho lo que dicen las lenguas de las vecindonas”, etcétera. En todo caso no parece prudente ni elegante que un alcalde se muestre tan desdeñoso y altivo ante una petición que, antes que incómoda, es legal y legítima. Así que ya está tardando el malhumorado regidor en suministrar la información solicitada porque si no hay nada que ocultar es tontería dilatar el proceso. Y además, está en grave riesgo de que en breve caigan sobre él los organismos, asociaciones y cofradías del feminismo militante por insultar la dignidad de la mujer con comentarios tan machistas y falócratas. Ah, no, perdón, que este es de los nuestros. No pasa nada.
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