¡Viva Andalucía Libre!

¡Viva Andalucía Libre!

Antonio Felipe Rubio
22:00 • 28 feb. 2013

Cuando se hace más necesaria la unión de esfuerzos para combatir los problemas que nos aquejan, algunos se prodigan en aplicar el ejercicio del poder con estrategias miserables que ahondan en la radicalidad para mayor abundamiento de confusión, crispación y sectarismo.


La celebración del Día de Andalucía en Almería se distingue por una masiva concentración ciudadana en Nueva Condomina, Plaza Condestable y Gran Vía. Allí, en Murcia, el color blanco y verde no es el de la enseña inspirada por Blas Infante, son los colores de la tarjeta de El Corte Inglés. 


Gracias a la Junta de Andalucía, muchos almerienses se han metido en el cuerpo cuatrocientos kilómetros para disfrutar de la fiesta del shopping que el PSOE viene negando a la capital desde que se opuso a la instalación de El Corte Inglés en La Salle. 




Los valores de la autonomía regional son plausibles desde la concepción de una administración cercana, reivindicativa y perfectible. El problema surge cuando todo se torna en aislamiento combativo y reaccionario. Y, de ahí, surgen los problemas que redundan en perjuicios para la población por intereses puramente sectarios de la clase gobernante instalada en el poder con exitosa permanencia en base al ejercicio clientelar. Alguien, tratando de solemnizar el acto de elegir, dijo que el pueblo nunca se equivoca.


 Y nada más errado que tal aserto. El pueblo acierta y se equivoca tantas y cuantas veces tenga oportunidad de optar condicionado por escenarios generales, circunstancias personales y, sobre todo, por el conocimiento o desconocimiento de la realidad. Y, se llame conocimiento o desconocimiento, lo cierto es que en Andalucía llevamos varios lustros arrostrando nuestras carencias con la bandera de las sucesivas modernizaciones de Andalucía. La perversión de la realidad es el éxito más reseñable durante los más de treinta años de gobierno socialista en Andalucía. 




El modelo de comunicación y el discurso difundido con ardorosa pasión sectaria ha logrado forjar una saga de andaluces felices y complacidos de vivir en una comunidad pletórica de espejismos. La enésima Modernización de Andalucía, Andalucía 2.0, Andalucía de Lujo, Excelencia, Pacto por Andalucía… todo es ampuloso ejercicio de exhibición que desvía la atención de las carencias existentes hacia los reflejos de las pretensiones efímeras o jamás alcanzadas y siempre retrasadas. Al gobierno andaluz, languidecido por longeva gobernanza, le ha venido bien una dosis de descarada radicalidad aportada por Izquierda Unida. Así se desprende del renovado espíritu combativo contra el Gobierno central y de la utilización de instituciones y actos institucionales para mostrar la nueva “modernización” que se expresa con la recuperación de la Memoria Democrática (¡!), la Desbandá, la cárcel de El Ingenio y una empavesada de banderas de la II República y del PCE para mayor gloria del vicepresidente Valderas. 


Y no olvidemos el ejercicio de la sutileza didáctica y ejemplarizante en el otorgamiento de premios y distinciones, tal que a la juez “quitadesahucios”. No logro entender eso de “jueces para la democracia” ¿qué pasa, que el resto son unos cafres? Pero jamás entenderé que se distinga a un juez por algo que no contempla amparo alguno en la actual legislación. Este es, precisamente, el premio que se otorga por ineptitud del legislador (políticos) a aquellos ciudadanos que se anticipan a lo que los legisladores tendrían que haber resuelto; o sea, un premio de absoluta hipocresía por parte del otorgante que, en justicia, tendría que rehusar la otorgada.




La tendencia radical, aunque no exenta de sibilina sutileza, se muestra con este tipo de actuaciones que, en otras ocasiones, no duda en el tazo grueso con groserías como la invitación al alcalde (máxima autoridad local) al acto de entrega de distinciones sin otorgarle la oportunidad de protagonizar una entrega. 


Eso sí, algunos del bipartito repitieron premiación y mantuvieron a alcalde y presidente de Diputación como a dos pasmarotes; vivo ejemplo de sectarismo y castigo nacido del irrenunciable resentimiento que aún nos atenaza y nos impide resarcirnos de viejos fantasmas del pasado, revalidando el revanchismo para mayor desgracia de una verdadera Andalucía libre; libre en pensamiento, para la defensa de la verdad y de la propia dignidad.



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