A mediados del pasado mes de febrero, el Gran Combo del progresismo almeriense (PSOE-IU-UGT-CC.OO) celebró un cónclave mediático en plan “del barco de Chanquete no nos moverán”, para anunciar una serie de manifestaciones, proclamas y protestas en contra de unas declaraciones del portavoz popular Rafael Hernando, en las que recordaba que el proyecto del soterramiento estaba seriamente amenazado por falta de dinero. Como si jamás en la vida hubieran podido sospechar semejante circunstancia, los componentes de este retablo del progreso local se echaron las manos a la cabeza y escenificaron un gran nivel de indignación porque, en su opinión, el Gobierno del PP se estaba desdiciendo de sus compromisos públicos y estaba poniendo en peligro el futuro de toda Almería. Pues bien, unas semanas después de tan bizarra defensa de los intereses de todos los almerienses, las empresas que “construían” para la Junta de Andalucía el anunciado y comprometido hospital materno-infantil junto a Torrecárdenas, han desistido oficialmente de “continuar” con los trabajos por falta de pago por parte de la Junta. Entrecomillo los verbos porque la obra, en sí, ha consistido en colocar ante la prensa una primera piedra. Nada más. Pero aquí nadie recuerda que la Junta se comprometió a inaugurar el hospital (“un hotel para madres”, decían) en 2011. Aquí no hay ruedas de prensa, ni pancartas, ni protestas, ni altavoces. Sólo una piedra enfoscada de olvido y silencio. Dos realidades tan duras como las caras de quienes pretenden actuar desde la aparente convicción de la idiotez colectiva, o como si aquí nadie conociera ya a nadie.
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