En Almería nos hemos quedado como en un cultivo hidropónico: nutridos artificialmente pero sin contacto directo con la tierra. En algún momento nos hemos o nos han hecho sentir avergonzados o inferiores porque nos vamos perdiendo, nos vamos diluyendo en el tiempo y el abandono. Afortunadamente en la provincia hay luchas titánicas que echan briosos sarmientos. Y estas que voy a nombrar son sólo un ejemplo de ellas:
El Trovo, vive en un momento crítico: no hay relevo generacional y son un testimonio vivo de nuestra literatura oral junto a los cuentos tradicionales contados en las faldas de nuestros mayores.
Pepe Criado y la Asociación de Trovo “El Candiota” están haciendo lo imposible para que quede constancia del legado y sus relaciones con América Latina. Este verano, en Uleila del Campo, hemos podido asistir a la representación teatral de “La Casa de Bernarda Alba”, cuyo escenario austero se desarrolló en una era recién trillada de manera tradicional; con asientos ondulados cálidos de paja y, como techo, una espectacular bóveda de estrellas; las actrices recién llegadas de París con sus acentos y matices franceses, lo hicieron de manera magistral. Andrés Pérez, en Cariatiz, se ha empeñado en no perder las parrandas tradicionales del desierto almeriense. La música renacentista se atrinchera en los Vélez.
Y en Antas, cuna de la civilización Argárica, se convierte, de la mano de Javier Irigaray, en la capital de la literatura internacional en Almería.
Año tras año, y si cabe con más ilusión, en el pueblo de Santa Fé se recrea bajo su Torre una Velada Andalusí; el trabajo colectivo del pueblo es un ejemplo en el Bajo Andarax; que cada año, bajo la batuta de Manuel Pérez Sola, nos recuerdan la historia del pueblo y de la comarca, tiende ya puentes con Marruecos, y el diálogo se hace continuo con el yacimiento de Los Millares.
En Bédar se pueden vivir momentos muy emotivos, escuchando poesía en voces de sus vecinos, que nos demostraron que las cosas auténticas son las que llegan. Y la innovación parida en nuestra tierra también viene latiendo con fuerza, ejemplo es el “performance” Francisco Escudero. Nuestros jóvenes pisan fuerte y necesitan espacio.
El respeto hacia el paisaje, la historia y la culturatiene que partir del conocimiento de las raíces de la misma. Almería no se caracteriza por pomposas exuberancias, ni por populosos carros perdidos, pero sí por otras cosas que nos hacen únicos. Nos hemos nutrido y seguimos nutriéndonos para lo que podría ser un museo, un centro cultural a cielo abierto. Hay que renovarse en estos tiempos, pero solo la acción colectiva es lo que nos rescatará de nuestro propio abismo.
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