Un pregón escrito desde el corazón

Un regalo fue el que recibimos los asistentes al pregón de la Virgen del Mar de manos de José María Campos Casquet. Además de ser un pregón magistral en lo técnico y el uso de una cultivada poesía; lo singular fue que no pretendió serlo, quiso pasar por el ambón sin faltarle casi “un palo que tocar”, deslizándose sutilmente y pasando desapercibido en aspectos y vivencias personales siendo fiel a su manera de ser.

Decidió centrarse en la Virgen, sin nada que lo despistase, aludiendo a ella como “del mar, María”, e hizo un recorrido por su vida con una visión humana, original y  muy próxima a lo que tuvo que ser su realidad, una mujer con preocupaciones cotidianas, sufriendo por no creerse a la altura de las circunstancias, con miedo al destino y destacó su papel de madre por encima de todo.

En ese intento por acercarse a su figura pretendió “despojarla de su aureola para verla al natural”, y nos la hizo imaginar como una almeriense más, cercana, mezclada entre la gente sencilla, yendo al mercado, de facciones locales y tez morena, “no la quiero huésped, sino vecina”, afirmó José María.

Posteriormente intensificó su mensaje, fue valiente, “se mojó”, quizás alentado por los nuevos vientos que recorren La Iglesia, dejándonos frases contundentes: “Dios está aquí, no es un recuerdo, está en todo”, “Invítalo a tu casa, de qué nos vale tener un buen amigo si no lo vemos nunca”; y en una interpelación a ese mundo cofrade que tanto conoce se atrevió a decir: “cofradías, salid de las trincheras”, “Dios no está solo en los cultos y en los templos, está entre los enfermos, en la pobreza, en la soledad, en la marginación”.Culminó dedicándole sus mayores elogios a su Patrona y fue entonces cuando su corazón dictó sus palabras: “no apartemos los ojos del resplandor de esta estrella”.

Muchas gracias José María por querer hacerlo, por saber hacerlo y por conseguirlo.