Entre burbujas y desahucios

Los bancos no suelen hacer concesiones al sentimentalismo y tienen el respaldo moral de la derecha

Kayros
23:52 • 30 ene. 2014

Ya lo dijo nuestro filósofo de cabecera: España es el problema; Europa, la  solución. Aunque quien manda  en la eurozona es la derecha, allí son algo más civilizados y a veces nos dan consejos   que aminoran el nivel de brutalidad del sistema. Caray, para defender  la propiedad privada tampoco hay que ser tan crueles con los desahucios. Ya conocen la noticia: en el Consejo de Europa juzgan ilegal negarle la sanidad a los sin papeles y la razón es que la crisis no puede servir de pretexto. 


Lo mismo debería ocurrir  con el derecho a una vivienda, sin embargo los desahucios se han acelerado en este país entre julio y   enero de 2013. Hablan de unas 19.567 órdenes judiciales. Hace tiempo intenté describir  el ambiente inhumano que vive la familia cuando ve acercarse la fuerza pública para la  truculenta  ceremonia  del  desahucio. 


Los bancos no suelen hacer concesiones al sentimentalismo, son así. Y además tienen   el respaldo moral de la derecha  en el poder.  No voy a entrar en la disputa que mantienen actualmente el Gobierno y la Junta de Andalucía. El PP alega que la ley antidesahucios  hace subir la prima de riesgo y colapsa la economía española. La consejera de Fomento y Vivienda, por su parte, no opina lo mismo. Para ésta las razones del Gobierno central son “elucubraciones  descabelladas”. 




A pesar de hablar mucho de función social de la vivienda, lo que sí parece cierto es que la burbuja ha dejado para los pájaros más de un millón de viviendas  que no tienen  salida en  el mercado. Por si fuera poco, se dice ahora que los pisos de 581.411 familias ya valen menos que sus hipotecas, o lo que es lo mismo, su valor real es menor que el crédito bancario que se echaron a la espalda cuando compraron. Por todo lo cual yo pienso que el problema ya no es de propiedad privada ni de prima de riesgo sino de  mera sensibilidad. 


Lo social aparece en nuestra Constitución   que aprobamos los españoles. Si la gente no puede vivir con este sistema, mejor reformarlo  o sustituir a los que mandan por otros  más cercanos  al  pueblo. Algunos que yo me sé,  quizá aprendieran algo si pasaran por  el trance de abandonar la  casa cargados con la abuelita, los niños y el gato.






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