Cada vez que se pone en cuestión a una organización de las llamadas no gubernamentales al ciudadano se le cae un palo más del sombrajo . Los políticos y sus partidos han defraudado totalmente, los sindicatos para qué contarles cursos y eres. Nos quedaban esas organizaciones que dicen luchan altruistamente a favor del ciudadano. ¿De verdad? Si ellas también fracasan, ya me dirán ustedes donde ponemos la cruz en la declaración de la renta. ¡Qué pena!
Lo de Almería Acoge nos enrabieta más si cabe, ya que es una organización que aquí nació y se desarrolló, dejando en el tejido social la sensación de un trabajo y una entrega fuera de lo común en sus dirigentes. Y ahora te cuentan que no es oro todo lo que reluce en ella, que ha sido y es una organización (presuntamente) manejada por una familia a su antojo, según denuncia de los trabajadores, en la que los líderes tenían los mejores y más altos contratos, mientras el resto de los trabajadores han estado más de veinte años con contratos de colaboración. Y con un trato personal, según relato, de difícil defensa. El daño que situaciones así producen al movimiento asociativo es muy grande. Si dejamos de creer en ese altruismo llegaremos a la conclusión de que dar dinero a esas organizaciones es como darlos a bandas o clanes tipo Pujol. Muy buena cara por fuera, pero euro que pillan, euro que se cepillan. Hechos como el denunciado en Almería Acoge vienen a certificar y a dar pábulo a tanto rumor como se ha venido vertiendo en torno a estas ong,s.
Y la pregunta que se hace el ciudadano es de lógica: ¿A quién beneficia el dinero que él aporta? Y lo más grave: ¿Quién y cómo se manejan esos millones? Si la que tenía entre los almerienses mayor predicamento acaba de ser denunciada de presuntos tratos poco claros y fiables, ya me dirán ustedes lo que se puede esperar de las demás.
La mesa se desmorona. Otra pata más que demuestra la podredumbre que se esconde entre los que mandan, nos gobiernan y aquellos que se anuncian como salvadores. Una imagen más que viene a demostrar que son muchos, demasiados los chorizos que no están colgados en las alacenas o en los módulos del Acebuche. Cuando mañana toque en nuestra puerta una Ong ¿qué demonios le decimos? Vaya papeleta.
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