Me pedía el cuerpo escribir sobre el otoño. Pedazo de naturaleza que es uno, también siente en sus células las variaciones de la estación. Pensando pues en las uvas maduras, los membrillos al horno, las alamedas doradas y la berrea amorosa de los ciervos, se me cruzó ayer la dimisión de Gallardón, noticia que un comentarista político no debe menospreciar. Ya sé que no diré nada nuevo, pero me interesa destacar un hecho crucial y es que el PP ama tanto el poder que es capaz de enemistarse con todo el electorado conservador, incluída la Iglesia católica, antes de perder la Moncloa. Los asesores de Rajoy, capitaneados por Pedro Arriola, deben haber pronosticado una derrota inminente para que el PP haga de tripas corazón y ponga marcha atrás a su proyecto de reforma de la Ley del aborto. Nótese, como ha dicho el ministro dimisionario, que este era un proyecto del Gobierno, del partido, y hasta uno de los criterios empleados en el recurso de inconstitucionalidad contra la ley de 2010. La cercanía de las elecciones, a juicio de varios analistas, ha debido influir en la decisión de Rajoy, decisión que no sabemos si será sensata o no, porque a la búsqueda del centro, a lo mejor se queda sin los votos de sus propios correligionarios. A mi Gallardón me caía simpático. Amaba la música y era familia de un gran compositor que yo admiro mucho. Número uno siempre, su facilidad de palabra, su formación jurídica y ahora su dimisión dejando el escaño y marchándose de la política, me producen admiración. En este país donde casi nadie dimite, la marcha del eterno aspirante a presidente del Gobierno es para nota. Y quién sabe si Rajoy no se habrá quedado más tranquilo. Recuerdo a Gallardón cuando era un verso suelto del PP, un verso brillante, esperanza de la derecha española. Alguien de su propio partido le acusaría de estar cerca del PSOE a juzgar por sus guiños progresistas en la alcaldía de Madrid, aunque luego dejara una deuda monumental. Lástima que a su partido le haya entrado el canguelo electoral. Rajoy hoy no anda tan seguro de haber salido de la crisis. La eurozona económica está muerta, dice Draghi. También De Guindos ve oscuros nubarrones. Hay que andarse con cuidado. Y si encima aprueban una ley del abordo que no quiere la mayoría de las mujeres, pues lo sensato es parar el carro.
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