El cambio y la urna dichosa

“Malditas urnas. Hay que ponerse hasta simpáticos, darle a cada barrio la chuminada que necesita”

Kayros
22:51 • 15 abr. 2015

Por el triunfo electoral se hacen las cosas más incoherentes. Es la erótica del poder que antes se decía. Maltratan la historia, confunden el pasado, recurren a cualquier interpretación que tenga apariencia de verdad y son capaces de aparentar democracia cuando este sistema no lo conocen ni por el forro. Ayer conmemoramos aquí la República española cuya Constitución , a juicio de los entendidos, representó lo más avanzado de su tiempo. El Pequeñillo, como dice Felipe González, se la cargó y nos tuvo cuarenta años bajo el yugo de los Principios Inmutables del Movimiento. El destino de las urnas era en aquellos años, destruirlas, doctrina fascista donde la haya. Naturalmente, si uno vive en el Paleolítico no necesita romperse la cabeza para encontrar frases de apoyo aunque estén traídas por los pelos. Esto es lo que ha hecho la señora Cospedal que se ha hecho de repente antiheraclitana ante el temor de perder su tren de vida. Está siendo muy comentada su frase : “ Los dioses griegos castigaban al pueblo con reyes jóvenes”. No sabemos cómo habrá sentado esto a nuestros Reyes jóvenes cuando los viejos ya apenas podían andar. Y es que lo que verdaderamente ciega no es la juventud sino el miedo a perder el poder. ¿Por qué creen que Monago se habrá animado a darle 300 euros a las señoras de la guerra civil? Que yo sepa, en la derecha siempre se que se hablaba de la contienda, decía que el conflicto ya estaba superado. La llamada Memoria histórica era cosa de Zapatero. ¿A qué vendrá ahora Monago. ¿No lo pudo hacer antes de ser candidato a las elecciones? ¿Qué buscan ahora los escrúpulos del PP por contentar a los grupos conservadores respecto a la Ley del aborto? Dejaron a Gallardón que se fuera llorando con su ay a cuestas y ahora quieren recobrarlo. Por un puñado de votos son capaces de hacer cualquier cosa. Esta gente debe estar acordándose de Franco. El Caudillo, al menos, no obligaba a cambiar de mentalidad cada cuatro años. Sin embargo, ahora, malditas urnas. Hay que ponerse hasta simpáticos, bajar los impuestos, darle a cada barrio la chuminada que necesita bajo la máscara de que somos demócratas y ya la Reina de las Fiestas es una vecina del pueblo, no la hija de Fraga. En resumen: Que aunque es frecuente la queja de que las cosas no cambian, piensen lo que sería de este país si no hubiera urnas cada cuatro años con unos jóvenes viejos madiciendo su suerte perra.







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