Algunas playas del parque natural de Cabo de Gata vienen siendo peligrosas para el baño desde el inicio de los tiempos. No hay almeriense que no tenga una historia que contar sobre la cala de los muertos u otras. Este año se han cobrado seis víctimas, y no han sido más gracias a algunos valientes ciudadanos que pusieron sus vidas en peligro para salvar a unas personas que estaban en trance de ahogarse. A principio de agosto la alcaldesa de Níjar, doña Esperanza Pérez, saca un folleto donde explicaba a los ciudadanos los peligros que para los baños tienen las corrientes de algunas de las playas que jalonan su litoral. Y con ello el político salva la cara y cree que lo tiene todo hecho. Se hizo una ley contra la violencia de género y el número de mujeres que siguen muriendo a manos de sus compañeros o ex no para de crecer y crecer. Si creemos que con una ley o un folleto arreglamos los problemas apañados estamos. Mujeres seguirán muriendo, bañistas se seguirán ahogando en las playas. Los ayuntamientos alegan que ellos no tienen la competencia en estas playas que no se consideran urbanas. Bien. Nada que objetarles. Pero alguien la tiene que tener ¿o no? Y si alguien la tiene habrá que pedirle explicaciones. Pienso. A mediados de agosto nos enteramos que Esperanza Pérez y Sonia Ferrer (delegada de Susana en Almería) dejaban para septiembre una reunión sobre las medidas a tomar en las playas del parque ante los ahogamientos. No debían tener prisa por reunirse y buscar las soluciones más oportunas ante lo que ha venido siendo el drama de este verano en las playas. Las medidas, si algunas se toman por parte de la Junta y el ayuntamiento, ya no servirán para este verano que nos dirá adiós en quince días. Habrá que dejarlas para el verano del año que viene, el dieciséis. Espero y deseo que no ocurra ningún ahogamiento más durante estas semanas, es posible que las miradas se vuelquen entonces sobres estas dos mujeres que no han tenido tiempo, según parece, para reunirse y adoptar las precauciones oficiales necesarias para que no se repitan unos hechos lamentables, como han sido los ahogamientos vividos.
Y cuando no es el peligro es la limpieza de las mismas. Está claro que las playas no urbanas brillan como negativas en aspectos como la seguridad y la limpieza. Mucha bandera azul, mucha.
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