¡A sus órdenes, capullo!

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 16 oct. 2015

Un policía local ha sido apercibido de sanción por patrullar con pantalón vaquero al no disponer -aduce- de repuesto de uniforme para el servicio oficial. Esta irregularidad está contemplada en la normativa que regula la uniformidad y el decoro de los agentes como representantes de la autoridad municipal y es reflejo derivado de la normativa que rige a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Evidentemente, un policía local, nacional o guardia civil que interactúe con un ciudadano manteniendo un aspecto descuidado o carente de uniformidad puede producir fundada desazón en el ciudadano, induciéndole a pensar que está a punto de ser asaltado por una banda de albanokosovares disfrazados de agentes de la autoridad.
 Por los motivos aducidos, es razonable que los agentes  aparezcan y se comporten ajustados a la normativa. El problema es que algunas autoridades sean y aparezcan impresentables, intelectual y estéticamente.
No es de recibo que un policía local, que representa a la Autoridad Municipal, se vea sancionado por irregular uniformidad cuando esa “autoridad” acaba de protagonizar un lamentable espectáculo en el protocolario y supremo acto de constitución del ayuntamiento exhibiendo una camiseta con leyendas subversivas y prometiendo el cargo con una lisérgica arenga. Y ya no entro en semovientes que ostentan importantes alcaldías y aprovechan el Día de la Hispanidad o Patrona de la Guardia Civil para cagarse en símbolos de la Nación, ofender a los devotos de la Virgen o pervertir la historia con invenciones genocidas. Supongo que ha de ser muy difícil estar bajo el mando y a las órdenes de esta inmundicia.Si a un agente de autoridad se le exige respeto a la uniformidad, no menos ha de exigirse mínimo decoro a la autoridad que le manda y le demanda compostura. 
Durante los actos del Día de la Patrona de la Guardia Civil, la delegada del Gobierno de Andalucía, Sonia Ferrer Tesoro, fue invitada a copresidir el acto en el que hubo de imponer medallas y distinciones a agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; insisto, del Estado. Todo discurrió con normalidad. A ningún policía nacional o guardia civil se le apreciaron abalorios, apéndices, pulseritas, pegatinas… todo lo contrario, la uniformidad militar y el decoro civil fue, como corresponde, digno de encomio. 
Sin embargo, la citada autoridad de representación autonómica (Estado), hizo alarde y exhibición de una vistosa pulsera con los colores de la bandera de la II República, portándola en la muñeca que grácilmente se descubría en el acto de imposición de distinciones a los servidores del Estado condecorados.
La festividad del Día de España y de la Patrona de la Guardia Civil no puede abrigarse con otra simbología que la del Estado, y el Estado tiene una sola bandera. Exhibir pretéritos símbolos que rememoran execrables recuerdos de guerracivilismo e indigencia intelectual no puede más que ofender a los presentes y mancillar el honor de quien recibe la condecoración por tan indecorosa mano.
Mis sinceras felicitaciones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; y especialmente a la Guardia Civil que, como siempre, mantuvo las formas y jamás afeará la conducta de la displicente invitada. Siempre hubo clases.
Sirva este incidente para demandar decoro y sensatez en los actos protocolarios que pervierten algunas autoridades con airado sectarismo ideológico estético. En según qué actos sugiero la Tricolor para la lencería de fantasía. Lo del otro día es tocar lo que sujetan las prendas íntimas en la república púbica. 







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