Parecía que la reacción de la sociedad catalana no dando sus votos en las elecciones del pasado 27 de septiembre a una mayoría independentista, hubiera hecho pensar en una paralización, cuando no un abandono, de la locura separatista emprendida por algunos catalanes. Pero no ha sido así. La osadía de los dos grupos independentistas, Junts pel Sí y la CUP, en el recién constituido Parlamento de Cataluña, hace necesaria una respuesta proporcionada y contundente desde la Ley ante tamaña provocación al resto de catalanes, no separatistas, y al resto de los españoles.
El propio texto de la ruptura con el resto de España declarando solemnemente la creación de un estado catalán independiente, en forma de república, la rotundidad con que afirman que no se supeditarán a las Instituciones del Estado, al mismo tiempo que instan al futuro Gobierno catalán, que se constituya, a cumplir exclusivamente las normas ó mandatos emanados de la Cámara Catalana, constituye, por encima de un gravísimo error, una confrontación con el Estado que es imposible aguantar más.
Es cierto que el haber permitido celebrar el referéndum ilegal del 9 de noviembre de 2014, con incumplimiento de las determinaciones del Tribunal Constitucional, que se oponía claramente a su celebración, dió nuevas alas al Sr. Mas y sus secuaces, para continuar por la senda equivocada. La propia Justicia ha tardado más de un año en enjuiciar al Sr. Mas y algunos Consejeros, con la incertidumbre del veredicto final y del momento de una probable, y deseable, inhabilitación.
Es verdad que la declaración de los independentistas no podrá ser debatida en el Parlamento por problemas reglamentarios, que, incluso, es posible que eludan, y en ese momento el Tribunal Constitucional podrá hacer uso de las últimas modificaciones en materia sancionadora para los incumplidores de las resoluciones del Alto Tribunal.
Ya no caben “paños calientes” ni actitudes de aparente pasividad. La inmensa mayoría de españoles esperamos de la altura de miras de todos los Partidos constitucionalistas, sea cual fuere la posición que mantengan en otras materias. No cabe duda que el intento de separación de Cataluña del resto de España, es el mayor problema con el que nos enfrentamos los españoles a corto, medio y largo plazo y, en consecuencia de este reto, el Estado deber responder con proporcionalidad pero también con la necesaria contundencia. De no ser así, el respeto a nuestras Instituciones habrá llegado a un punto de desprestigio de imposible retorno.
Mientras tanto, y en temas domésticos, hemos asistido con profunda pena, a la escasa respuesta de los almerienses ante los incumplimientos de la Junta con el Hospital Materno-Infantil (ni siquiera 100 personas) y en apoyo de un ferrocarril digno, con no más de 800 personas (entre las que me encontraba)concentradas en el Parque de la Estación, cuando este problema afecta de una manera grave a Almería y provincia, con una población de casi 700.000 habitantes, que tanto está influyendo en nuestro presente y en nuestro futuro.
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