La ejecución de un enlace desde la autovía A7 hacia la población de Aguadulce no admite más demoras. La incomunicación de Almería ciudad por la carretera nacional 340, Cañarete, ha evidenciado la “influencia política” de los representantes provinciales del Partido Popular en el Gobierno de España.
Es inadmisible que el segundo municipio en peso poblacional de la provincia de Almería solo disponga de un acceso a la autovía cuando más de un tercio de sus habitantes residen en Aguadulce.
Fue un error descomunal vincular la construcción de la variante de Roquetas de Mar hacia sus urbanizaciones al Plan General de Ordenación Urbanística, pero no menos grave que su alcalde y presidente provincial del Partido Popular no haya sabido plantarse en el Ministerio de Fomento; y tiempo ha tenido durante dos largas décadas.
Las comunicaciones ferroviarias y viarias siguen siendo el caballo de batalla de una provincia escorada hacia el sureste peninsular y que ha necesitado del arrojo de sus responsables para poder avanzar.
Tuvo que ser el presidente González quien apostara por la salida natural hacia el Mediterráneo poniendo en carga en la década de los años 90 la construcción del tramo de autovía entre Adra y Puerto Lumbreras.
Fue el presidente Rodríguez Zapatero quien puso en el mapa de los trenes de Velocidad Alta a la provincia de Almería con una inversión de más de 400 millones de euros con la construcción de los túneles hoy tapiados por el Gobierno de Rajoy.
Y ha sido precisamente durante esta etapa de ostracismo para nuestra provincia cuando siguen durmiendo el sueño de los justos proyectos como el enlace de la autovía A7 con Aguadulce; el tercer carril entre El Parador y Viator; los accesos al Puerto de Almería; la mejora de la línea ferroviaria con Granada; o la vía muerta del tren de Velocidad Alta con Murcia desde la llegada del Partido Popular al Gobierno de la Nación.
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