Asteroides, artefactos y capullos

El Observatorio de Calar Alto ha firmado un acuerdo con la Agencia Espacial Europea (ESA) para el uso de sus telescopios en su campaña de detección de objetos potencialmente peligrosos. Produce una mezcla de orgullo y tranquilidad que las cúpulas blancas que coronan la Sierra de Los Filabres vayan a ser el ojo vigilante que controle la irrupción en nuestra atmósfera de cometas, asteroides o artefactos voladores no identificados cercanos a la Tierra (NEOs según su acrónimo en inglés Near Earth Objects) y que pudieran, eventualmente, suponer un peligro para el planeta. Pero claro, cada vez que leo noticias de este tipo me vuelvo a preguntar qué puñetas hacemos buscando peligros extraterrestres cuando en la Tierra los tenemos tan a mano. Que los astrofísicos dispensen mi sentido rústico de la observación, pero para encontrar artefactos potencialmente peligrosos no hace falta un telescopio, sino unas simples gafas de cerca para leer mejor la prensa. ¿Acaso no tiene más peligro que la coleta de un cometa el chico éste que cobra de los ayatolás y que ha pasado de reclamar el “derecho a decidir” a reclamar la vicepresidencia del Gobierno de España? Pero si el chico éste es peligroso (alguien que lleve esas camisas ganando lo que gana es sospechoso de algo más que mal gusto) ya me dirán si no tiene aún más peligro el botarate que sea capaz de ceder y darle todas las facilidades del mundo, con tal de que le dejen ser Presidente del Gobierno un tiempo. Sin necesidad de subir al Calar Alto podemos ver la trayectoria que llevan estos dos asteroides, que marcan un rumbo matemático de colisión con los deseos de la mayoría de ciudadanos expresados en las urnas. Y aunque no sé si el impacto alcanzará la intensidad apocalíptica del Armagedón o si servirá para que más de uno se caiga del guindo, siempre habrá rapsodas del “nuevo tiempo” que recurrirán a Lao-Tse para recordarnos que “Lo que para la oruga es el fin del mundo, es el inicio de la mariposa”. Lo dicho; unos capullos.