Con la nueva Ley de Memoria con la que el Gobierno aspira a limpiar las ciudades de España de los restos que quedan del franquismo, podría desaparecer de la fachada principal de la Catedral la pintada con el nombre de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange y el yugo y las flechas que lo coronan.
Se trata de una inscripción histórica, puesto que es uno de los primeros símbolos de la dictadura que se colocaron en la ciudad en los primeros meses de la posguerra.
En la misma plaza, en el edificio del Obispado, que está enfrente, destaca sobre la puerta de entrada un escudo republicano. Se trata de un relieve que no llama demasiado la atención por la ausencia de colorido y la altura en la que se encuentra ubicado, pero tiene su historia. El escudo no representa a ningún estamento eclesiástico, sino que corresponde al de la Segunda República Española. Está formado por los blasones de Castilla, León, Aragón y Granada, este último situado en la punta inferior. En la parte superior aparece colocada una corona cívica.
La historia del escudo empezó a labrarse cuando la sede del Gobierno Civil, que estaba entonces en un edificio de la calle Javier Sanz, esquina con Obispo Orberá, se trasladó hasta el Palacio del Obispo. Durante los primeros días de esta ocupación, se procedió a quitar de la fachada los símbolos religiosos. Montaron un andamio y a base de machota y cincel dejaron lisos los huecos redondos donde se exhibían los bustos de los obispos Villalán y Portocarrero, y un tercero donde se representaba el rostro de San Indalecio. En el centro del arco de la puerta principal estaba el escudo de la diócesis que fue destruido y en su lugar se esculpió el de la Segunda República, que es el que sigue presidiendo el edificio.
En la última restauración que se ha hecho del palacio se ha respetado el escudo republicano, que mira frente a frente a los símbolos falangistas de la fachada de la Catedral.
¿Qué pasará con estos emblemas de Falange? ¿Desaparecerán o se acabará respetando por su valor histórico? Su presencia data del primer otoño de la posguerra, cuando las autoridades del nuevo régimen decidieron homenajear a José Antonio.
Los actos de reconocimiento a Falange eran continuos y en el periódico local aparecían con frecuencia los nombres de los nombres de los que las autoridades consideraban “mártires caídos por Dios y por España”.
En las primeras semanas del mes de noviembre de 1939 taparon con una lona la fachada de levante de La Catedral y construyeron un andamio para que un escultor grabara sobre las piedras del templo el nombre de José Antonio Primo de Rivera y el haz del yugo y las flechas, símbolo de Falange. Alrededor del nombre y del emblema, el obrero fue abriendo agujeros en el muro y en ellos colocó más de veinte ganchos de hierro. Cuando terminó su trabajo, cubrieron la lápida con una gigantesca bandera para ocultar a la ciudad el resultado del trabajo realizado.
Fue el veinte de noviembre de ese mismo año cuando los almerienses pudieron descubrir de qué se trataba la obra. Ese día, la ciudad se vistió de luto para conmemorar el tercer aniversario de la muerte del líder falangista. El alcalde, en los días previos, se encargó de invitar al vecindario a que asistiera al funeral “en sufragio del alma de nuestro llorado mártir”, decía el bando. La radio, desde el amanecer, emitió únicamente música militar, consignas falangistas y arengas en las que se contaba la vida y la muerte de José Antonio.
Aquel día de luto nacional, desde antes de que amaneciera, fuerzas del Regimiento de Infantería de Montaña, con bandera y banda de tambores y cornetas, hacían guardia en la Plaza de la Catedral. La celebración empezó con la Misa que aquel día se ofreció en la iglesia de la Compañía de María al estar todavía las capillas de la Catedral en el lamentable estado que habían quedado durante la guerra. Al terminar los actos litúrgicos se llevó a cabo una marcha donde la comitiva recogió las calles del centro hasta llegar a la Plaza de la Catedral, donde esperaban las fuerzas militares para empezar el homenaje a la figura de José Antonio.
Nunca se habían visto ante los muros de la fortaleza tantos uniformes como aquella mañana. “Después que un vibrante toque de clarín hizo sonar la orden de mando las fuerzas del Regimiento de Infantería de Montaña lanzaron una ensordecedora descarga, salvas que la ordenanza militar dedicaban a José Antonio”, contaba la crónica publicada en el diario Yugo, que destacaba que: “Fue solemnísimo y pleno de emoción el acto de descorrer la bandera que cubría el nombre glorioso de José Antonio Primo de Rivera con el yugo y las flechas grabados en la piedra legendaria del muro exterior de nuestra Catedral”.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/219657/jose-antonio-resiste-en-la-catedral