El conflicto bélico que se está desarrollando estos días en territorio ucraniano está aflorando serias consecuencias geopolíticas que están comenzando a notarse en el bolsillo de la ciudadanía europea. Una de las principales conclusiones que se están poniendo sobre la mesa de la configuración del actual Orden Mundial es la dependencia que tiene la Unión Europea del gas ruso. Una cadena comercial que hunde sus raíces en el plano internacional cuyas repercusiones afectan directamente sobre los bolsillos de los consumidores. Para analizar los efectos económicos de la Guerra de Ucrania en el interior de las fronteras europeas, el almeriense Donato Fernández Navarrete, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid, comparte sus observaciones.
¿Cómo nos va a afectar la guerra de Ucrania a la economía española?
Aunque la relación económica entre España y Rusia, así como España y Ucrania no son muy fuertes, sino que más bien son débiles con ambos países, sin embargo, la situación se complica porque nosotros dependemos mucho más de estos países que ellos de nosotros. España depende de las materias primas de ambos países de manera importante. En el caso de Rusia, la dependencia es sobre todo de una materia prima como es el gas natural. En la balanza comercial española, entre el 70 y el 80 por ciento, de todas las importaciones que España realiza de Rusia son de gas. Las otras partidas son mucho menos importantes. En el caso de Ucrania, es incluso más complejo. Porque España depende de Ucrania para dos materias primas esenciales: los cereales y el aceite de girasol. Señalo que es más complicada porque tiene más difícil sustitución. Es decir, hay que encontrar otros países a los que poder comprar esos productos que hoy vendrían de Ucrania. Estas tres materias primas, tanto las de Rusia como las de Ucrania, tienen lo que se denomina una elasticidad demanda-precio muy rígida. Esto significa que por mucho que suba el precio, España va a seguir manteniendo la demanda con independencia de cómo suba el precio la demanda se va a mantener en términos cuantitativos casi igual porque sencillamente lo necesitamos.
Si Putin decide cerrar la comunicación de gas que existe entre Rusia y Europa, ¿Qué alternativas existen además de Rusia, incrementará el precio final al consumidor?
En todos los casos, el consumidor es el que va a pagar. España importa en torno al 8 por ciento del gas que consumimos y lo hace desde Rusia. Tenemos alternativas para importarlo de otras partes, pero es más caro. Actualmente nos estamos suministrando básicamente de Argelia, pero podemos buscar una alternativa para importar ese 8 por ciento de Rusia; lo que pasa es que es más caro. Podemos traerlo de Estados Unidos o podemos traerlo de otras partes como gas licuado pero eso costaría mucho más.
El contexto político que viven Argelia y Marruecos ha obligado a España a importar gas natural vía marítima, esto es mucho más caro.
En el caso de Argelia teníamos dos vías de comunicación: una casi directa y otra a través de Marruecos. Se ha cerrado el gasoducto de Marruecos. Como consecuencia de ello, España podría incrementar su dependencia con Argelia, pero también puede importar el gas licuado desde Estados Unidos, por ejemplo.
El precio de la electricidad está consiguiendo pulverizar el precio del megavatio día sí y día también como consecuencia del encarecimiento de gas natural.
La luz y todo. En cuanto al precio de la luz, lo que ocurre ahí es el actual sistema de subasta de la Unión Europea para los combustibles: se paga el precio de todas las energías, con independencia de dónde procedan, ya sea la nuclear, la petrolífera, las renovables o el gas al precio de la más cara. De modo que si el gas es el que está subiendo, se encarecen todas. Eso repercute en los precios finales que paga el consumidor y lo estamos viendo a diario.
Hay países europeos que se encuentran en una situación de dependencia mayor que la de España básicamente por su situación geográfica, es decir, más cercanas a Rusia y más alejadas de otros suministradores de gas natural.
España depende del gas ruso, pero mucho menos que la dependencia que tienen casi todos los demás países europeos. Sobre todo los más próximos a la frontera Este. La dependencia media de la Unión Europea es del 40 por ciento, pero hay países que llegan, incluso al 70 por ciento. A pesar de todo, España es uno de los países europeos menos dependientes de Rusia. Luego, el problema lo tenemos, y gordo, en todos los casos. Pero hay países que el problema lo tienen mucho más agravados que España.
En el caso de los países nórdicos ¿El único importador sería Estados Unidos?
Desconozco las vías que van a buscar pero en el caso de Alemania, ellos están recibiendo todavía el gas de Rusia pero podrían dejar de recibir. En ese caso tendrían que buscarse vías alternativas y lo más probable es que fuese Estados Unidos. El problema de Alemania en ese caso es que no tienen licuadoras de gas y tendría que licuarlo en España o en otros países de la Unión Europea que cuenten con estas herramientas.
¿La situación geográfica de España se ve favorecida en este caso?
España está muy bien situada en este aspecto. Es una oportunidad que mejor no tenerla porque eso podría tener consecuencias tremendas las que pueden originarse.
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