Todos los conocemos por Paco el peluquero, y ser el padre de Jairo Ruiz no le ha restado protagonismo a su peluquería ni a su profesión. Tener un medallista olímpico en la familia lo eclipsa todo y además le llena de orgullo a él y a su señora Matilde con la que llegó a compartir ese espacio donde las distancias son tan cortas que te acabas confesando y abriendo tu corazón. Paco Ruiz tenía una peluquería a la entrada de la calle Marchales -que sigue abierta- pero él ya está jubilado y se dedica a las plantas y al ciclismo. Ha sido nuestro confesor y vio pasar la vida escuchando nuestras verdades y muchas mentiras que se tragaba con profesionalidad.
Su vida no ha sido fácil y tuvo que salir de su Almería antes de aterrizar en su barrio de Los Ángeles que ama con fuerza. Como tantos otros se fue a vivir a los pies de La Molineta, pero no falta a la cita con sus vecinos cuando baja a comprar. Él siempre quiso ser ciclista, y lo es, pero no corrió la Vuelta a España, ni el Giro de Italia ni el Tour de Francia. Su hijo sí que triunfa en el deporte.
¿Quién es Paco Ruiz?
Yo nací en Alcudia de Monteagud y me vine con 14 años a casa de mis padres al barrio de Los Ángeles y me enamoré de sus gentes. En la calle Lopán, en la Torre 3 y en el 2º G tenía mi casa y mis vecinos eran mi familia. El barrio era un pueblo a todos los niveles.
¿Si viaja en el tiempo de qué se acuerda?
De las barandillas, del Bar Mari Leo, del Navas, que vendía zapatos en la esquina, de las novelas que cambiábamos en el kioskillo, del cine...
Y aquella felicidad de los 14 acabó en Barcelona...
Mi padre le cortaba el pelo a la familia y le gustaba mucho la peluquería pese a que trabajaba la tierra. Se llamaba Alfredo y me mandó a casa de un tío que vivía en Barcelona para trabajar con uno de los grandes maestros de la peluquería. Allí me planté obediente.
Y se pasa tres años.
La peluquería de este señor era de las más visitadas de Barcelona y me enseñó mucho, pero quería lo mejor para mí y me mandó con Lluís Llongueras para que me diera clases y pasé a su grupo selecto donde crecí una barbaridad y no perdí el tiempo. Avancé muchísimo aprendiendo las nuevas técnicas que me han servido a lo largo de mis años de profesión en el barrio.
Luego era una esponja.
Sabía lo que era mi porvenir pero Barcelona no era mi barrio de Los Ángeles, se me echaba la Mili encima y tuve que hacer las maletas para volver a Almería y lanzar luego mi carrera ya en Palma de Mallorca.
¿No se iría de turismo?
Mejor que los turistas ya que me mandaron a Capitanía y no hice una sola guardia ya que me encargaba de cortarle el pelo a los oficiales y el Servicio Militar fue para mí otra experiencia más.
¿Cuándo monta su propia peluquería?
Me vine de la Mili y estaban terminando el bloque de pisos donde había un local que me gustaba y le di la entrada. Era 1975 y al año siguiente ya estaba funcionando en la calle Marchales.
¿Y cuándo llega Matilde?
Nos conocimos en la Iglesia del barrio haciendo actividades y me ayudó mucho, porque yo no paraba del cariño que me tenían en el barrio, y porque venía con algo nuevo. Mi padre tenía razón cuando me dijo que no quería que fuera un simple barbero y se notó con el éxito que tuvimos desde la apertura del negocio.
No todo el mundo encontraba un hueco.
Me organizaba bien para que nadie se quedara sin pasar por mi casa. Salió bien.
El último al que le corta el pelo fue su hijo.
Mi último día de trabajo fue ver pasar la vida por delante en un minuto. Mis dos hijos y Matilde estuvimos hasta la hora de cierre y se acabó.
¿Qué pensaba ese día?
Lo agradecido que le estoy al barrio de Los Ángeles y a sus gentes. Ellos me han querido y me han demostrado que somos un pueblo donde todos nos conocemos y nos ayudamos. ¡Qué grandes!.
Es un barrio enorme.
Yo sigo bajando todos los días y los vecinos me quieren mucho y yo a ellos. Ha venido bastante gente de fuera, como yo me vine de la provincia. No lo cambio.
Pudo ganar una fortuna fuera del barrio.
Eso sí es verdad. Tuve oportunidades de crecer y ganar mucho dinero, pero no me compensaba porque iba a dejar a mi gente y a mis clientes que han sido lo mejor de este negocio.
Su padre dio en la diana.
Eternamente agradecido a mis padres. He sido muy afortunado en la vida porque me llevo lo mejor que es el cariño de todos. La familia es lo más grande.
Y su niño en las barandillas dándole a los pedales.
Jairo ha sido tan feliz como su padre en la calle Lopán y siendo un gran deportista le pasa como a mí, que su barrio no se lo toquen.
¿Le he molestado mucho como cliente?
Siempre te decía que no apuraras tanto y tú que querías llegar a los 40 con pelo y mira ahora con 65 todavía te queda. Nadie me ha molestado nunca porque el oficio requiere ver, oír y callar. En eso yo era infalible.
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