Seis grados de temperatura a las siete de la mañana, aún noche cerrada. Y muchas sirenas. Guardia Civil, Policía Local de Níjar y Bomberos del Levante llegan al Cruce de los Albaricoques como parte del dispositivo desplegado para ejecutar una orden judicial que apremiaba al Ayuntamiento de Níjar a acelerar sus planes: el día del desalojo y posterior desmantelamiento de las chabolas de El Walili ha llegado.
Sin embargo, nada o casi nada había que desalojar. No en vano, del medio millar de habitantes de este asentamiento, a primera hora de la mañana, apenas quedaban unas 50 personas.
“Se van a subir al autobús quiénes no tienen dónde irse”, comentaban en un grupo de personas que acudían al lugar para protestar por el desalojo. ¿Y los demás?
“Todos se han ido a otras chabolas o a cortijos”, contaba a LA VOZ un habitante de El Walili mientras recogía sus últimas pertenencias. “Es otro parche más”, sentenciaban a su lado, haciendo ver que el plan del Ayuntamiento de Níjar no iba a funcionar, ya que solo habría servido para dispersar a la población de El Walili hacia otros asentamientos de chabolas de la zona, como el de Atochares, también en Níjar.
Mientras tanto, dos autobuses esperaban a los indecisos últimos residentes de El Walili. Un requisito les hacía aún más difícil tomar la determinación de subir al vehículo: solo se permitía una bolsa con efectos personales para cada uno de los pasajeros. “Algunos llevan viviendo aquí diez años”, protestaban, negándose a empaquetar toda una década en una bolsa.
“Muchos no tienen donde ir. Están asustados al ver tanta policía. Y hace mucho frío”, explicaban quienes conocen de cerca la situación.
El incendio
De pronto, la calma que reinaba en el asentamiento (con chabolas ya vacías y abandonadas mientras los más rezagados recogían sus últimos enseres) mientras la Policía Local de Níjar comprobaba que no quedaba nadie más por desalojar saltaba por los aires: una de las chabolas más próximas a la carretera empezaba a arder. El plástico y las maderas con las que están construidas todas las chabolas de El Walili hicieron que el fuego se propagara rápido y, de hecho, los Bomberos del Levante allí presentes con dos camiones tuvieron que emplearse a fondo durante cerca de una hora para sofocar el fuego, de origen desconocido.
Una vez sofocado el fuego se vivieron los pocos momentos de tensión del desalojo, promovidos por los manifestantes presentes, más que por los propios habitantes de El Walili, que aún sopesaban si subir o no al autobús.
Bajo una leve lluvia, un grupo de manifestantes intentaba acercarse a la excavadora que empezaba a derribar las primeras chabolas, movimiento que evitó el grupo de la Guardia Civil desplegado alrededor del asentamiento. Pasaban unos minutos de las 9 de la mañana y El Walili comenzaba a convertirse en escombro ante la atenta mirada de sus últimos moradores.
Una trabajadora social del Ayuntamiento de Níjar comenzó entonces a convencer, prácticamente de uno en uno, a los allí presentes. Así, a las diez y cuarto de la mañana partía el primer autobús con 24 personas y sus pertenencias mientras la excavadora seguía derribando chabolas.
¿A dónde van?
Una de las grandes incógnitas que rodeaban al desalojo era la futura ubicación de los habitantes de El Walili. Y ya ha sido desvelada: en un primer momento, los ocupantes de las chabolas fueron desplazados al albergue situado en el Polígono Industrial Los Grillos, donde fueron recibidos por personal de organizaciones como Médicos del Mundo y una de las concejalas del Ayuntamiento de Níjar. Más tarde, irán a un edificio adyacente donde ya se preparan sus literas.
Presencia política en el desalojo
Durante el desalojo, ningún representante municipal del Ayuntamiento de Níjar hizo acto de presencia, pero sí que hubo políticos en la mañana en la que El Walili se convirtió en escombro.
En concreto, estuvieron presentes el diputado andaluz José Manuel Jurado (Por Andalucía) y el representante de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid Serigne Mbaye.
“Quiero que se imaginen que son ustedes a los que desalojan”, planteaba a los medios el diputado andaluz. “Para trabajar sí, para estar cerca de la carretera turística no los queremos”, protestaba antes del incendio.
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