El alquiler de amarres no remonta

El alquiler de amarres no remonta

Marta Rubí
21:36 • 17 jul. 2013

La soledad de los pantalanes  del Puerto de Roquetas es la viva imagen de la crisis económica. No cabe duda de que en la coyuntura actual han sido muchos los propietarios de embarcaciones de recreo que se han visto obligados a prescindir de su afición y la ocupación de los puertos ha ido cayendo año a año. Pero en el caso de los puertos de titularidad pública, la desbandada ha sido estos años mucho mayor, debido al precio del alquiler de los amarres.


Por ello, a finales del año pasado, la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, APPA, dependiente de la Consejería de Fomento, anunció una bajada de las tasas a los usuarios de atraques deportivos en los puertos de gestión directa.


Marcha atrás




La bajada se realizó en el proyecto de ley de Presupuestos de Andalucía para 2013 y establecía una disminución de los importes anuales a pagar que oscila entre un 16% y un 1,5% en fubnción del tamaño de la embarcación y situación del amarre “con el objetivo de incentivar la demanda náutico-recreativa y generar así mayor actividad económica y empleo en los puertos autonómicos”.


La medida supuso la marcha atrás del decreto que a principios de 2012 había encarecido el precio del alquiler con importantes consecuencias en los puertos. Sin embargo, el ajuste económico no parece haber solucionado la situación del Puerto de Roquetas, donde se pueden ver decenas de amarres vacíos.




El último dato facilitado por la APPA sobre la ocupación concreta en el municipio es de un 18% registrado el pasado mayo. “Todavía no se poseen datos sobre los atraques ocupados en temporada alta pero esperamos que con la entrada en vigor de la bajada de tasas se incentive la ocupación en los puertos que gestionamos”, declara José Luis Gordillo, director de Comnunicación de la agencia. El cambio en el decreto también incluía la ampliación de la temporada alta de tres a cuatro meses.


El director del Puerto de Roquetas, Carlos Fernández, explica por su parte que desde el inicio de la crisis económica los puertos deportivos han sufrido una importante disminución de la demanda. 




Gestión privada


En el otro lado de la balanza, los amarres gestionados de forma privada, los atraques del Club Náutico de Roquetas y del Puerto deportivo de Aguadulce, se encuentran a un nivel de ocupación alrededor del 90%. En ambos casos, el precio del alquiler es menor que el de los gestionados por la gencia pública. 


Según explican los responsables del Club Náutico de Roquetas, esta ocupación casi completa “se mantiene estable todo el año ya que se trata de cesiones a los socios, por lo que se asegura la presencia de las embarcaciones”.


La subida de tasas de 2012 en la zona de gestión pública conllevó la llegada de algunos nuevos socios al Club Náutico, aunque fueron más los que se decantaron por el puerto de Aguadulce.  En el caso concreto del Puerto de Roquetas, la APPA gesiona 245 amarres, mientras que el Club Náutico posee 183 atraques. Aguadulce, por su parte, llega a los 764 amarres.


La Consejería retoma las bonificaciones


El Decreto de Tasas de 2011 supuso la eliminación de las bonificaciones que hasta ese momento habían conseguido importantes rebajas de los precios de alquiler de los atraques públicos.


De esta forma, el año 2012 vivió, en un momento de crisis en el sector, un aumento considerable de los precios que agravó la situación de los puertos dependientes de la agencia pública de puertos andaluces, de la que depende el de Roquetas. En 2013 se ha vuelto a ajustar los precios y se espera se vuelva la demanda.


La modificación introducida por el proyecto de ley de Presupuestos de 2013 consiste en eliminar el carácter máximo que tenía la bonificación del 50% del importe durante la temporada baja, pudiendo por tanto añadirse a este descuento las otras nonificaciones aplicables, como son el 30% en caso de no existir lista de espera para ese puerto y esa eslora y el 5% por pago anual anticipado. Además, la Consejería de Fomento y Vivienda modifica la consideración de temporada alta, que pasa de tres meses a cuatro.



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