Poco a poco tiene que ir cerrando la herida de Montilivi para la UD Almería en uno de los peores partidos que se le recuerdan. Se espera que haya sido el punto de inflexión, tocar fondo, para a partir de ahí recuperar el camino que lleve a la permanencia. Costó mucho meter al club de nuevo entre los veinte mejores de España y perder la categoría no entra en los planes de la directiva rojiblanca.
Nadie tiene la bola de cristal que adivine qué clubes se van a ir de nuevo a Segunda, pero en el caso de que le tocara al Almería, no se pueden aceptar imágenes ni actuaciones como la de Girona.
Las claves para entender una crisis son claras y concisas. En primer lugar el diseño de la plantilla. Hay carencias -como en todos los equipos de LaLiga- que se pudieron o quisieron cubrir en el mercado de invierno. En especial en el eje de la defensa donde Ely y Babic nunca han llegado a alcanzar la consistencia del pasado curso, más un Chumi con apariciones esporádicas y Kaiky desaparecido en combate. En el centro del campo se llegó a barajar y estudiar la llegada de un pivote defensivo que tampoco se culminó. Mariño y Suárez fueron las últimas caras nuevas del grupo.
Mensaje
Rubi se adaptó a lo que tenía en verano y ahora en invierno, y como responsable técnico también aparece en la lista de culpables de la situación. Debe hacer que el vestuario recupere su identidad de juego, un mínimo de rendimiento que, incluso con las derrotas, arrojen la sensación de que el Almería compite.
El varapalo anímico y deportivo que supuso el 6-2 de Girona pondrá a prueba esa unión que pregonan todos entre el míster y el equipo. Ahora es el momento. Y luego los que mueven la pelota en el campo: los futbolistas. De la debacle solo se escaparon Robertone y Suárez, con algo más de espíritu competitivo sobre el campo. Pero como todos van en el barco no es de recibo que un deportista tire la toalla a las primeras de campo. En siete minutos se acabó la existencia en Girona. La diferencia de ritmo y velocidad en el campo fue abismal, impropia de la categoría. Si la mente no funciona, las piernas todavía menos.
Fragilidad
Tres jornadas de la segunda vuelta y ¡11 goles encajados! es una auténtica barbaridad, una media disparada que hace inviable puntuar y mantener la categoría. Pero va más allá. Dos goles en Valencia (empate), dos goles en casa contra el Betis (derrota), y otros dos en Montilivi (fracaso). Con unos mínimos de trabajo defensivo, que incumbe a todos, otro gallo cantaría.
Si el fútbol se guía por las sensaciones y las dinámicas hay que coger la sartén por el mango y asumir que en estos momentos el Almería es de los peores conjuntos de 1ª. Este es el balance de una configuración de la plantilla en la que hay más sombras que luces y una mentalidad frágil del vestuario. Eso sí, como Almería nunca se rinde y van 22 jornadas, también hay que esperar la reacción, el orgullo del profesional. Llega el Barça, favorito, y más allá del resultado la gente quiere ver a su equipo competir.
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