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En un año en el que la Feria de Almería está muy huérfana de deporte, me dispuse a hacer recorrido por esto de la actividad física recogida en los históricos programas de mano. Si hay algo que me ha quedado claro es que el deporte por excelencia de finales del XIX y principios del siglo XX eran las regatas.
A pesar de su belleza, reconozco que poco o nada podría aportar yo al hablar de este deporte por mi mayor desconocimiento así que, ante esta situación, sigo avanzando años y llego a 1907. Ahí está el deporte del que puedo hablar -aunque jugando lo máximo a lo que he llegado ha sido a patear alguna espinilla-, el “foot-ball”. No es que quiera ejercer de bilingüe, que no soy, es que así es como se recoge en el programa de mano el “match of foot-ball” que se había previsto en el andén de costa.
El partido lo organizaban “varios conocidos jóvenes de la buena sociedad almeriense” que “por su cuenta se encargarán de organizar algunos festejos para la próxima feria”, según anunciaba La Crónica Meridional del 16 de junio de ese año.
Me creía yo ante la gran novedad de la feria de ese 1907 y esperaba grandes crónicas con loas a los jugadores cuando, como ocurre la mayoría de las veces, me choqué de frente con la realidad: el gran atractivo de esa Feria de Almería de 1907 era la llegada del ‘Concurso Hípico’. Lo del ‘foot-ball’ se había quedado en “una buena idea”.
Visto lo visto, toca cambiar de planes y dejar al deporte rey para ocasión mejor. Ya habrá tiempo de contar que fue en 1910 cuando llegó la celebración de la ‘Copa Almería’ entre el Sporting Club y el Foot-ball Club. Ahora lo que toca es subirse al caballo.
Hipódromo Fue a principios del mes de agosto de 1907 cuando lo que era una intención, la de traer la hípica a la capital almeriense en la feria, se convierte en realidad. Según recoge la prensa de entonces, ya se había presentado y aprobado por el Gobernador el reglamento de la sociedad organizadora y estaban “cubiertas las acciones del capital necesario para la construcción del hipódromo”. Sí, un hipódromo temporal para que se pudiera desarrollar el concurso.
Parece que no fue nada fácil el ponerlo en pie para las pruebas previstas para el 26 y el 29 de agosto, pero se hizo. Se ubicó junto al mar, en “la carretera de Poniente frente a la fábrica de serrín de corcho de D. Toribio Calzada”.
Daba todo lujo de detalles La Crónica Meridional del día 27 sobre el diseño de este espacio. “Es un rectángulo de 120 metros de largo por 50 de ancho, dentro del cual hay un espacio en forma de elipse, que es donde se celebra el concurso y donde se instalan los obstáculos. En el lado izquierdo de la carrera y dando frente al mar, se han construido los palcos, formando el todo un conjunto agradable, especialmente el campo de concurso, que se distingue por lo llano del piso y las excelentes condiciones que reúne para el objeto a que ha sido destinado”.
Explicaba las vallas, zanjas y rías que tendrían que salvar los jinetes, y todos y cada uno de los nombres notables que se agolpaban en los palcos en ese día del estreno. No faltaba nadie.
Ocho caballos se enfrentaban a la competición: ‘Madurante’ y ‘Lord Byron’, del teniente de Caballería D. Gustavo Gómez Spencer; ‘Miss Fry’, de D. Rafael Domínguez; ‘Melonero’ y ‘Cabestrero’, de D. F. Lerdo de Tejada; ‘Madhy’ y ‘Corzuelo’, de D. F. Calatrava, y ‘Facturado’ de D. J. Cerquella.
Luces
Sobre lo que ocurrió en las dos pruebas que se celebraron no voy a entrar pero sí en que se consideró un éxito por parte de los compañeros periodistas de entonces. Eso sí, como hay que sacarle la puntilla a todo -es nuestra obligación- sí que reflejaron en sus crónicas que los asistentes al evento se habían quejado por la ausencia de toldos en los palcos. Se ve que lo del tema de la falta de sombras en la ciudad es un tema que también viene de antiguo.
Decía La Crónica Meridional que “la generalidad del público nos ruega que hagamos constar la falta de toldos en los palcos, que hace imposible la estancia de los espectadores en dichas localidades” y debían de tener razón porque la segunda jornada del concurso hípico se había previsto a las cuatro de la tarde y se pospuso a las cinco.
Con más o menos calor y siendo conscientes de que cualquier novedad siempre conlleva algunos fallos, lo cierto es que el balance posterior a la feria con respecto a la hípica fue bueno. Decía El Radical en su edición del 1 de septiembre de 1907 que “habiéndose llevado a cabo, el espectáculo con la mayor brillantez, considerárnoslo aclimatado en Almería y suponemos que en las ferias inmediatas, quedará como número obligado de nuestro programa de festejos”. En 1908 volvería el concurso hípico pero pronto desaparecería del programa de las fiestas en favor de la natación, el 'foot-ball' que ya se iba asentando en la ciudad y las regatas que nunca dejarían de tener su sitio.
Y es que eso de tener que montar un hipódromo no debía ser fácil. Aún recuerdo yo ese espacio provisional para los caballos que cuando niña veía por la ventana de casa en Oliveros Pero esa es ya otra historia.
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