Uno ya conoce el camino del trabajo y su barrio como la palma de la mano. Hay mierdas (con perdón) de todo tipo de dueños y dueñas, que salen a la calle para que ‘cague’ el perro y luego dicen que Almería está sucia. El plan es tan sencillo como elegir hora y aprovechar la oscuridad. Siempre con el bote del vinagre en la mano por si llega ‘la poli’ y echando un ojo a los vecinos. Se eligen las aceras más apartadas de su calle y dan rienda suelta al animal mientras llevan en la mano todo para recogerla y optan por ahorrarse el papel y el chorreón de vinagre. Algunas están recién hechas y otras llevan días. Los alcorques de los árboles son lugares preferentes para depositar un gran premio.
Algunos vecinos reaccionan contra el animal viendo ‘el pastel’ a su puerta, cuando toda la culpa es del propietario que ha visto con sus ojos como se producía al ‘regalo’. Hablo solo de perros porque de los gatos hay para escribir un libro, dado que hacen sus necesidades en todas las casas menos en las suyas: vaya si son listos los felinos a la hora de ‘cagar’.
Aceras
A algunas solo les falta pisarlas porque se han colocado en un lugar de paso, y con la oscuridad el que no haya pisado una que tire la primera piedra. La reacción siempre es contra el animal (y el dueño tan pancho) porque a la larga lo que quiere es ver feliz a su mascota y volver a casa con el perro ‘cagao y meao’. Tienen mucho morro y los tengo ‘calaos’ porque suelen mantener el horario con rigor. El tramo comprendido entre Villa María y la Cruz de Caravaca ofrece la posibilidad de pisar más de diez ‘plastas’ mañaneras o de última hora de la tarde, cuando empieza a oscurecer. Entre la calle de ‘Las Cabras’ llamada San José Obrero y Regiones, hay para elegir a ambos lados de la calzada. Entrando en Nueva Andalucía en sus calles interiores no faltan alicientes al pisador habitual, ya que entre los jardines centrales aguardan las mierdas laterales un buen calzado.
Parques
Hay dueños de todas las edades que reaccionan de ‘mala manera’ cuando le recuerdas que se han olvidado de poner vinagre a la ‘meada’ o de recoger las ‘croquetas’ del animal. No les quiero reproducir lo que me dijo una dueña junto a la calle Blas Infante por decirle que: “Señora que ahora tiene que limpiar el barrendero, échelo por lo menos a la papelera”. Va y me dice que lo haga yo con los ‘cataplines’. Y sales (sigues) quemado camino del trabajo ante la mala educación de la señora. A veces es mejor pisarla y callarte la boca que abrirla y que te pongan como un guiñapo. No es el único jardín por el que paso; ya en la calle Santiago se cortan con el Kiosko Luis Marín que todo lo ve; pero se adentran en el parque contiguo y sobre el verde césped luce el marrón oscuro depositado por el animal (del dueño). Los parques de la ciudad son ‘cagaderos’ sin importar que sean del centro o de la periferia. Siempre hay un dueño dispuesto a dejar su huella en él. Incivismo puro.
Descampados
Las zonas despobladas son un colector de mierdas de perro. Antes se arrojaba basura y ahora no puedes dar un paso sin pisar una, ya que allí los animales se contaminan de garrapatas y hacen sus ‘labores’ sin necesidad de papel ni vinagre. Carta blanca en los descampados que solo están en la periferia. Bueno, no me despisto que hasta al cruzar el Puente de la Avenida del Mediterráneo hay opciones de pisar una ‘catalina’, pero estas son visibles y como me dijo un día un señor: “Perdona que me he descuidado y no llevo papel”. Fue tan educado que llevaba yo en el bolsillo para limpiarme las gafas, se lo di y dejamos aquello impoluto. Es que por la educación me entrego. Si señor.
Barrendero
En la puerta de la Cadena SER y LA VOZ de Almería hay para escribir un libro. Algunos domingos cuando llego al edificio se han ‘meado’ en la puerta y entre los coches aparcados aparece una ‘plasta’ que no hay animal que la iguale: humana y calentica. No podemos quejarnos y el trayecto se hace muy divertido cuando te cruzas con los señores de la limpieza y le comento eso de que Almería está sucia, mientras sacan del entorno del árbol ración y media de ‘croquetas’. Me decía un barrendero (oficio tan digno como el mío) que: “Los animales no tienen la culpa, es que los dueños son unos guarros”. Había que ver el recogedor como iba recibiendo esas mierdas del camino.
El que no haya pisado una que tire la primera piedra.
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