La vida son momentos y siempre es mejor tomar el camino de la ilusión, de la felicidad. Almería había visto un poco de luz en esta larga y oscura travesía que dura desde el 20 de mayo de 2023; se había ilusionado no con lograr la permanencia, porque son palabras mayores, pero sí con dar guerra, ganar un partido que levantara los corazones y borrara del mapa el cliché que persigue al club y a una provincia de que puede ser el peor equipo de la historia en Primera División.
Viernes noche, magnífica temperatura, fondos y preferencia agotados y casi 14.000 personas respaldando al colista. Se canta el himno, protestas contra las injusticias arbitrales y después a esperar que el equipo diese la cara como en el Bernabéu. Llegaba el momento de los jugadores.
Nada
Con o sin delantero centro puro, el Almería se estrelló contra la realidad, y es que no sabe competir ante rivales ordenados, que van a la disputa, que tienen un plan y no se desvían de él. Desde el pitido inicial de Ortiz Arias, que hizo un partido soberbio -aunque tampoco le complicaron mucho- dio la sensación de que la afición estaba más enchufada que los futbolistas.
Un Almería lento y apático, aunque con cierta facilidad para acercarse a los dominios de Sivera, del que se ha hablado mucho por sus intervenciones, pero cuando un jugador lanza a puerta sin ninguna convicción de marcar, el guardameta tiene la batalla ganada. El 0-3 fue el reflejo de la temporada. El Alavés hace dos goles calcados con Samu Omorodion sacando a relucir las debilidades de Montes y Chumi. Eso no le puede pasar a un Almería que supuestamente se jugaba el todo por el todo.
Para entender mejor en qué punto de despiporre estaba el choque, Rafa Marín le entrega en bandeja el gol a Lázaro y chuta sin espíritu; y hasta pudieron marcar en propia con un mal despeje de Tenaglia. Garitano tiene toda la razón cuando pide un delantero y explica que su planteamiento se resiente sin una referencia, pero ocasiones se generan y nadie es capaz de marcar por falta de convicción. Almería creyó en la victoria, pero el Almería, no. Nunca puedes perder 0-3 con el campo así y con tu gente entregada.
La afición ha dicho “¡basta!”. No aguanta más este suplicio de temporada porque ir al Mediterráneo es sinónimo de sufrir, y a nadie le gusta pasar un mal rato. Los fieles seguirán ahí, defendiendo el escudo y el nombre de una provincia, porque el daño que está soportando esta tierra es terrible. Solo se habla de Almería por sus desgracias deportivas. Si no es por el escándalo del Santiago Bernabéu es por la debacle del viernes con el Alavés. Todo lo que se hace sale mal.
Largo
Los silbidos con el final del encuentro muestran el sentimiento de una masa social que lo pasa mal y siente sus colores. Se ha cansado de escuchar tanto el “perdón” de la plantilla en sala de prensa o el “vamos a seguir trabajando para mejorar”. La hinchada acepta que va camino de Segunda, pero no tolera que el equipo ofrezca estos resultados.
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