Atravesar una crisis, de cualquier índole, suele ser sinónimo de cambios y evoluciones de toda índole, desde las prioridades personales hasta las pautas de consumo. Una pandemia como la del coronavirus no es una excepción sino la mayor crisis sanitaria y económica que ha vivido el mundo en el último siglo y su huella será indeleble.
Las empresas del sector agroalimentario almeriense ya trabajaban en todo lo relacionado con la calidad del producto, la potenciación de los sabores, la priorización de la salubridad y de la seguridad de las hortalizas y también la búsqueda de los mayores estándares posibles de sostenibilidad desde una triple perspectiva: económica, social y medioambiental.
La pandemia del Covid-19 ha generado, no obstante, una nueva realidad que es la necesidad de ganar la batalla de la confianza de los consumidores y, para ello, se ha renovado una vieja apuesta por el márketing y la comunicación. El argumentario es de fácil comprensión: “si ya veníamos trabajando en conseguir que nuestros productos sean absolutamente fiables desde cualquier punto de vista, ahora es muy importante que esa realidad sea conocida y reconocida en los mercados”; lo dice Enrique de los Ríos, director general de Única Group y lo suscriben la práctica totalidad de los responsables de las principales comercializadoras almerienses, desde el presidente o el gerente de CASI, Miguel Vargas y Antonio Domene, respectivamente, al presidente de Coexphal, Juan Antonio González, el gerente de Vicasol, José Manuel Fernández, el director general de la Alhóndiga La Unión, Jesús Barranco, el presidente de Biosabor, Francisco Belmonte, o el consejero delegado de Agroponiente, Jorge Reig, entre otros.
En estos meses del estado de alarma se ha producido una realidad que deja bien alto el pabellón de la agricultura almeriense y es que el consumo de hortalizas ha crecido en torno al 27 por ciento en el mercado nacional y las exportaciones a los mercados europeos han aumentado en torno al 12 por ciento. Los consumidores han apostado por la salud, cosa lógica dado el carácter sanitario de esta crisis, pero sobre todo han asumido el mensaje de que comer sano pasa por comer productos agrícolas frescos.
La tan traída y llevada Dieta Mediterránea ha ganado pues la batalla del gran consumo y en lo sucesivo esa tendencia se mantendrá, según los representantes de los grupos de distribución, casos de Luis Plà, director de Calidad de Mercadona, Manuel García, director de Márketing de CONSUM, o Carlos Cocheteux, director de IKEA Food, entre otros participantes en la mesa redonda virtual ‘La gran distribución trabajando hacia el futuro. Las empresas ante el desafío del Covid-19’, moderada por la directora general de AINIA (Instituto Tecnológico de la Industria Agroalimentaria), Cristina del Campo.
Dos conceptos se abren paso en el futuro de la producción, la comercialización, la distribución y el consumo de frutas y hortalizas; se trata de la salud y la sostenibilidad, objetivos que se convierten en irrenunciables. El primero por razones obvias tras una pandemia con tanto poder destructivo (en términos de salud y también económicos). El segundo porque una vez que se haya superado la pandemia, la gestión eficiente de los recursos o el cuidado del medio ambiente son la otra gran amenaza que se cierne sobre el planeta y los plazos son cada vez más cortos para actuar en el objetivo de no destruir el planeta en el que vivimos.
Almería parte con una cierta ventaja en esa carrera porque ha sido capaz de anticiparse y construir un modelo que no sólo aporta garantías individuales a los consumidores, sino que además se ha convertido en uno de los más eficientes del planeta en el uso de recursos esenciales como suelo, agua, energía o producción biológica. Un seguro de vida que es necesario promocionar y, sobre todo, dar a conocer.