Diario de una cuarentena (VIII): Pura supervivencia

Mi farmacéutica está indignada con el portavoz de esta crisis, Fernando Simón, ese hombre que lo mismo es héroe que villano. Parece que ha dicho que su colectivo no es sensible y que debe conseguir el material de protección por su cuenta y riesgo. Y claro, todo el mundo sabe que lo primero que hace uno cuando le da fiebre es correr a la farmacia más cercana. En la mía han puesto una mampara transparente, supongo que como escudo anti-saliva. La dueña lleva guantes, pero no tiene mascarilla. Cómo va a vender a las decenas de personas que le piden a diario.

No sé vosotros, pero yo me trato de dar pequeñas alegrías. Se me ha ocurrido que comprar productos que me recuerden a seres queridos es una forma de tenerlos cerca. Anoche cené pastel de carne, el favorito de mi padre. No era murciano, pero si se lo come una murciana puede valer. He sustituido mi Estrella Galicia por la Alhambra Especial, la que suelo beber cuando salgo. Y he trasladado esa idea a mi forma de vestir buscando prendas de gente especial. Eso me ha hecho perder elegancia, pero quién puede serlo durante una pandemia. Ahora uso leggins y una suda­dera de la Real Sociedad.

Cada día me llegan al móvil recomendaciones de series y lecturas y proyectos bonitos de amigos que voy a compartir aquí por si os son de ayuda. Guille, el cubano, dice que podemos que aprovechar el confinamiento para ver ‘Homeland’, ‘Vikingos’, ‘Stranger Things’ y ‘The Walking Dead’. En esta última discrepo. (Risas). Para leer, asegura que hay quien ha recuperado ‘La peste’, pero él prefiere ‘Siete días en Nueva Creta’, de Robert Graves. Yo ahora no volvería a Camus, menos a ese libro. Jacinto, que es un genio, ha ideado un ‘Monopoly’ para jugar a pasear por el casco histórico. Y Juan José nos recuerda que Fernando de Rojas escribió ‘La Celestina’ en quince días, de modo que un mes de cuarentena da casi para el ‘Quijote’.

También recibo wasaps de personas que son mis ojos en la ciudad para escribir esta columna. Así me he enterado de que una mujer de 92 años de El Zapillo, que vive sola, pidió ayuda ayer porque no tenía quien le sacara la basura. Ocho bolsas acumuló la pobre hasta atreverse a llamar a Cruz Roja.

Luego está lo que nos llega de Madrid, con el Palacio de Hielo convertido en morgue. (Silencio). Lo pienso y este diario me parece una frivolidad, pero no lo es. Es pura supervivencia.